martes, 14 de julio de 2009

ORISHAS

ORISHAS

Mientras escribo estas palabras he buscado en la red unos vídeos del grupo cubano Orishas. De esta manera me impregno de esa sonoridad tan de ellos y a la vez, tan cubana, y pongo en blanco y negro las sensaciones que sentí hace cuatro noches en la plaza del pueblo de Barakaldo, Vizcaya, País Vasco, y para los que sigan sin enterarse, España.

Como vivo cerca de allí, desde la ventana de casa escuché los primeros sonidos. Entonces tomé la decisión de bajar a ver qué pasaba, y allí me encontré a aquellos tres chicos destilando cubanía por los cuatro costados.

Tengo que reconocer que no es el tipo de música que más me gusta, pero todo lo que viene de mi país me interesa. Además, quería saber cómo el público vasco recibía a estos artistas isleños.

Hacía mucho tiempo que no estaba en un concierto. De hecho, meterme entre la gente me costó un poco de trabajo. Había bastantes personas y el público interactuaba con los artistas de un modo bastante bueno.

La juventud de este país cantaba y bailaba emocionada y divertida. Se lo estaban pasando bien, y yo estaba mirando con curiosidad a toda aquella muchachada bebiendo sus alcoholes mezclados con coca cola y otros refrescos espumosos. Algunos olían también a “yerba”.

Curiosamente, a pesar de ser yo el cubano, parecía de Orishas, el más distante. Ellos coreaban las canciones en perfecta jerga habanera, y yo sin poder decir nada porque no me he aprendido las canciones. Los veía decir esas palabras tan mías, tan nuestras, y me preguntaba si verdaderamente ellos sabrían el significado de las mismas. Supongo que en muchos casos no lo sabrían. Tampoco importaba.

Las chicas como siempre, aman a los artistas, y nuestros tres cubanitos estaban muy solicitados. Eso me gustó. Me ayuda a pensar que los cubanos tenemos buena aceptación aquí en la madre patria. Ya sé que pensar esto es una tontería y una subjetividad de mi parte, pero a veces vale la pena alimentar tales pensamientos.

Luego del concierto, conversé con algunos cubanos conocidos y me presentaron a algunos que no conocía. Se respiraba un ambiente muy cálido. Creo que el resto de compatriotas, tanto como yo, estaban allí para arrebatar algo que los de aquí no eran capaces de percibir, y que nada tenía que ver con ser fans o no de aquellos raperos o hiphoperos cubanos, se trataba simplemente de respirar a través de ellos un pedazo del espíritu de la isla.

TADEO

domingo, 5 de julio de 2009

LA CUEVA


LA CUEVA

Navegando por la red me he encontrado una entrada dedicada a los variados usos que se le puede dar a una cueva, y claro está, ahí apareció nuestra famosa cueva trinitaria de Carlos Ayala.

La cueva de Carlos Ayala es famosa por albergar en sus entrañas una discoteca, la más cara y exótica de la ciudad de Trinidad de Cuba y seguramente una de las más curiosas de toda la isla.

Los trinitarios decimos: “La Cueva”, para referirnos a ella, aunque también se le puede escuchar al pueblerino decir “Las Cuevas”, pero en este caso se estará refiriendo al famoso motel que se encuentra en la parte más alta de la ciudad, y que como su nombre avisa, también tiene una cueva, que hoy no es discoteca, pero que en su día lo fue.

Entre las dos cuevas, se lleva la palma la que se encuentra en los predios del motel. Nadie puede imaginar que en ese sitio es posible disfrutar de un espectáculo natural de tal magnitud y belleza. Pues sí, allí escondida, tanto que apenas te encuentras en la red fotos de ella, se encuentra esta cueva, que más que cueva, parece un palacio. Es un sitio que asombra por lo espacioso, sin dejar de mencionar las formaciones geológicas también de gran belleza.

En una de sus galerías más hermosas, el visitante se tropieza con un piso de lozas muy bien pulido. Allí estaba la discoteca primigenia, la primera que se echó a andar en Trinidad y que se paró porque alguien se dio cuenta de que aquel ruido terminaría destruyendo la cueva.

En el caso de la cueva de Carlos Ayala, al parecer, tiene la peculiaridad de ser un recinto más pequeño y que tiene un orificio en el techo que garantiza que los ruidos de la música salgan al exterior.

En ambas cuevas estuve bailando yo. En la del motel, siento aún muy pequeño, en aquellos tiempos en que los cubanos podíamos entrar libremente a los hoteles. En la de Carlos Ayala, ya de adulto. Me acuerdo perfectamente de la sensación tan rara que experimenta uno cuando el alcohol empieza a subirte a la cabeza y te sientes enclaustrado en la morada del hombre primitivo. Desde luego que es una experiencia diferente a lo que se puede experimentar en cualquier otra discoteca.

La Cueva de Carlos Ayala debe su nombre, según dicen, a que un señor llamado así, en su día, cometió un crimen y se escondió en dicha cueva para escapar de la justicia. Se decía que de noche se le veía salir de su escondite y aterrorizar sobre todo a las mujeres de la zona. Puede que sólo sean habladurías, típicas de los pueblos como el mío.

Lo cierto es que se dice que toda la ciudad de Trinidad de Cuba se encuentra construida sobre un complejo sistema de túneles naturales que salen al mar. Siempre, cuando desaparecía un niño en la ciudad, se comentaba que podía haberse perdido en ese laberinto de cuevas. Alguna vez, yo mismo estuve en la entrada del laberinto. Me refiero a esa otra entrada, cerca de la zona donde están las otras dos cuevas mencionadas, pero por otro lugar. No me atreví a dar un paso, pero me bastó con poner mis pies de niño curioso en aquel lugar tan mítico y legendario.

Más nunca anduve por allí. Mis recuerdos de todo aquello es muy borroso, pero si algún día vas a Trinidad de Cuba, no dejes de preguntar por estas cuevas. A lo mejor te ves envuelto en una fascinante aventura subterránea.

TADEO