viernes, 25 de septiembre de 2009

TRAS LOS PASOS DE YUDIT


TRAS LOS PASOS DE YUDIT

Cuando empecé a visitar las galerías de artes de mi ciudad natal, Trinidad de Cuba, siempre me ocurría lo mismo. Me encontraba a un grupo de personas agrupadas en torno a los cuadros de una joven pintora desconocida para mí. Al indagar sobre ella me decía que se llamaba Yudit y que estaba considerada entre las mejores pintoras de la ciudad, que era estudiante de la escuela de arte de allí, etc, etc.
Lo cierto es que ella y yo nunca llegamos a conocernos. Seguramente alguna vez nos tropezamos, pero nunca nadie nos presentó ni tuve yo la suerte de tener la posibilidad de hablarle. De haberlo hecho, seguramente le habría hecho públicos mis respetos y mi gran admiración por su obra, la cual tiene la peculiaridad de no dejar indiferentes a nadie.
Su obra, aún sin dejar de ser figurativa, mira hacia el interior de su ser. Allí encontramos todo un universo mágico, repleto de fabulaciones y de personajes que las protagonizan. Seres que de seguro, serán la propia Yudit transfigurada y elevada a una expresión desconodida para nuestros ojos, y de la cual, tan sólo ella misma y sus impresionantes cuadros podrían darnos alguna clave.
La pasada navidad estuve por su residencia en Trinidad de Cuba y no me la pude encontrar. Andaba de viaje por la ciudad de las luces, regando por allí su propia luz, y la luz de la isla luminosa que nos parió.
Felicia Borrell, mi prima querida, me la encontré allí fungiendo como albacea de su obra y principal difusora de la misma. Hablamos largo y tendido de su talentosa compañera ausente, me mostró muchas de sus obras recientes y otras que andan hoy por medio mundo y que sólo podemos ver en su extenso catálogo. También pude leer diferentes artículos en revistas especializadas en arte cubano, los cuales se encargan de hacer más visible, si se quiere, la obra de la talentosa artista.

Mi encuentro con Yudit quedó pendiente para una próxima visita mía a la isla, o quién sabe si se me adelante ella y podamos encontrarnos por estas tierras de la madre patria. Quede aquí constancia de mi admiración por su meritorio quehacer.
Para los que no conozcan a Yudit Vidal Faife, aquí les dejo su currículum vitae y ya me darán sus opiniones al respecto. También, si lo desean, podrían contactar con ella para expresarle vuestras opiniones, sugerencias, críticas, puntos de vista, y también, como no, en caso de que se sientan tentados a adquirir algunos de sus trabajos. Su correo electrónico es el siguiente: felicia@htdad.ssp.sld.cu

Casa de la artista
Calle Pedro Zerquera #312 e/ Fco. Javier Zerquera y Simón Bolívar. Trinidad. S.S. Cuba
Tfno.: 0053- 41- 99 4706

Galería Taller de la artista
Calle Simón Bolívar # 411 e/ Gustavo Izquierdo y Panchito Gómez Toro. Trinidad. S.S. Cuba
Tfno.: 0053- 41- 99 3007

TADEO


YUDIT VIDAL FAIFE CURRICULUM VITAE

Graduada de la escuela Profesional de Artes Plásticas, Oscar fernández Morera en el año 1998.
Realiza 2 años de servicio social en el Equipo de Restauración de Patrimonio de Trinidad en los años 1999 y 2000. Comienza a laborar como conservadora del Museo de Arqueología Guamuhaya a partir del año 2001.

Diplomas- Certificados- Menciones y lauros obtenidos

· 29 de Julio de 1999
XII Fórum de Ciencia y Técnica. Categoría de Destacado. Trinidad.

· 5 de Julio del 2000
XIII Fórum de ciencia y Técnica. Mención. Trinidad.

· 31 de Octubre de 2002
25 Aniversario de la ANIR. Diploma de Reconocimiento por haber sido Destacada Provincial. Trinidad.

· 14 de Febrero del 2003
Jornada Científica Estudiantil “El Joven Restaurador”. Diploma de Reconocimiento por haber obtenido el Tercer lugar Dado en el ISA, La Habana.

· 28 de Marzo de 2003
Encuentro Municipal Expo ANIR. Certificado de Mención. Trinidad.

· Junio 2003.
XV Fórum de la Cultura Trinitaria. Destacado.

· Septiembre 2004.
Evento Municipal del fórum. Categoría de Relevante. Trinidad.

· Octubre 2004
XV Fórum de Ciencia y técnica de la ANIR. Categoría de relevante. Trinidad, Sancti Spíritus.

· 2004
Vanguardia Provincial de La ANIR. Sancti Spíritus.

· Diciembre 2004
VI Evento Provincial “Cultura y Desarrollo” Destacado. Sancti Spíritus.

· Enero 2005
XVII Coloquio de la Cultura Trinitaria. Diploma por haber obtenido: Tercer Lugar y Mención especial por Institución respectivamente.

· 2005
Vanguardia Nacional de la ANIR. Trinidad.

· Octubre. 2005
Condición Nacional “Distinción 8 de Octubre”. La Habana-Trinidad.

· Enero 2008
XX Coloquio de la Cultura Trinitaria. Primer Lugar. Trinidad.

· Febrero 2008
Jornada Científica Estudiantil. Primer lugar. ISA-CENCREM. La Habana.

Asesoramientos impartidos

· Año 2002 Taller opcional: “Técnicas a la plumilla” para alumnos de tercer año. Impartido en la escuela de artes “Oscar Fdez. Morera” de Trinidad.

· Agosto del 2002 Taller de Creación Plástica: “Técnicas de Dibujo” para niños de 12 años. Museo de Arqueología “Guamuhaya”.

· Año 2001-2002 Taller de Teatro Infantil: “Manejo y actuación de títeres” para niños de 10 a 12 años de distintas escuelas primarias del municipio.

· Enero del 2001 Jurado del concurso: “Pintemos a Martí” auspiciado por Cultura Municipal. en saludo a la Jornada Martiana.

· Año 2000-2004 Trabajo comunitario en la zona de la Popa, de Trinidad, así como en el proyecto de atención rural en las afueras de la ciudad (Puesta en escena de las obras montadas con los niños)

· Junio del 2000 Curso- Taller de Papier - maché para trabajadoras del Museo de Arqueología, Trinidad.

· Año 2000-2004 Adaptación, guión, diseños y dirección de las obras puestas en escena de títeres para niños del Proyecto Comunitario “Teatro- Móvil- Guiñol”

Cursos y talleres de superación

· 1997
Curso “Culturas Arqueológicas de Cuba” Museo de Arqueología “Guamuhaya.” Trinidad

· 12 de Noviembre de 1999
Curso de “Reintegración en Pintura de Caballete” La Habana, Cuba.

· Diciembre del 2000
Curso de “Cultura e Identidad” Auspiciado por el Centro Provincial de Superación para la Cultura en Sancti Spíritus. Trinidad.

· 22 de Junio del 2001
Curso de “Conservación Preventiva en Clima Tropical” La Habana, Cuba.

· Año 2001
Taller “Cuatro Estaciones en Trinidad” auspiciado por La Oficina del Conservador de la Ciudad, impartido por distintos creadores de la plástica nacional.

· 2001
Segundo Nivel de Inglés por suficiencia. Impartido en la Escuela de Hotelería y turismo de Trinidad.

· Diciembre 2001
II Taller de Arqueología Centro Sur de Cuba. Museo de Arqueología “Guamuhaya”.

· 2002
Introducción a Windows y Word. Impartido en la Escuela de Hotelería y turismo de Trinidad.

· Octubre 2003
Curso “La cerámica en la Arqueología histórica” Auspiciado por el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Museo de Arqueología “Guamuhaya”. Trinidad.

· Noviembre 2003
III Taller de Arqueología Centro Sur de Cuba. Museo de Arqueología “Guamuhaya”.

· Taller Científico sobre Protección y Conservación del Patrimonio en saludo al XXV Aniversario del Museo de Arquitectura. Trinidad. Noviembre 2004.

· Noviembre 2006
II Taller de Patrimonio Cultural Cubano. Auspiciado por la Oficina del Conservador de la Ciudad y el Museo de Arquitectura. Trinidad.

· Año 2006
Taller de restauración de marquillas de tabaco. La Habana.

· Año 2007
Taller de restauración de muebles de estilo. CENCREM. La Habana.

· Año 2007
Taller de restauración de pintura de caballete. CENCREM. La Habana.

· Noviembre 2007
VIII Taller de Arqueología “Centro Sur”. Museo de Arqueología ¨Guamuhaya¨. Trinidad.

· Noviembre 2007
XII Taller de Historia local. Museo Municipal de Trinidad.

· Noviembre 2007
Curso de Agentes biológicos. Unidad Docente de Ciencias médicas “Elena E. Fernández.” Trinidad.

· Marzo- Abril 2007
Curso de Elementos de Informática básica – Sistemas Operativos. Unidad Docente de Ciencias médicas “Elena E. Fernández.” Trinidad.

· Julio 2008
Titulada de: Licenciada en Artes Plásticas, perfil “Conservación y restauración de bienes muebles” Instituto Superior de Arte. La Habana. Cuba.








viernes, 18 de septiembre de 2009

MI VIDA SOBRE RUEDAS


MI VIDA SOBRE RUEDAS

Cuando parecía que el combustible se convertiría en Cuba en una sustancia museable, se pusieron de moda las bicicletas. Yo nunca tuve una, y pensaba que mi destino jamás me llevaría a poseerlas, pues las consideraba, por allá por mi niñez y mi adolescencia, un artículo de lujo, acostumbrado como estaba a las escaseces y a cooperar con la economía doméstica, procurando no gastar y procurando no pedir dinero.

Algunos amigos que me vienen ahora a la memoria, se pusieron a vender aguacates en una esquina, o a pedirles a los turistas, pero yo era incapaz de nada de eso. Si alguien no nació con sangre de comerciante o de mendigo, ese era yo.

Sin embargo, el destino que puso a la isla grande sobre las dos ruedas de una bici, era tan poderoso que un buen día, como si de un virus se tratara, me cogió a mí también. Todos tenían la suya, y a mí me tocaba, así que no podía negarme, sobre todo mirando que no tendría otra cosa en qué moverme por la ciudad.

Por aquel entonces estudiaba en la Universidad de la Habana. Para los que no lo sepan, la Universidad tiene diversos inmuebles distribuidos por la ciudad, de los cuales, el más emblemático y conocido es la Colina Universitaria, donde se estudian algunas carreras como Licenciatura en Matemáticas, Licenciatura en Física, Derecho, Filosofía, Sociología, Ciencias Farmacéuticas, Historia, entre otras.

Esta última, era mi carrera y por tanto, debía trasladarme a diario, desde la residencia estudiantil, que se encontraba en el municipio de Habana del Este, hasta el barrio del Vedado, donde se encuentra enclavada la Colina Universitaria. Estamos hablando de un recorrido de unos 12 kilómetros, los cuales no podía recorrer a pie, al menos si quería llegar en tiempo y forma a las clases.

Como el transporte urbano estaba cada vez más precario, y como en la universidad darían por sentado que al habernos dado bicicletas a todos, no teníamos excusas para faltar a nuestra obligación principal: el estudio, me vi encerrado en la trampa de ir a buscar con mis compañeros aquel vehículo de dos ruedas al punto de recogida, ubicado a unos 5 kilómetros de la Universidad.

Llegamos en autobús, y luego de dar nuestros nombres, aquellos señores pusieron en nuestras manos lo que sería desde ese instante, nuestro mecanismo de locomoción. Todos llenaban las ruedas de aire y salían felices y contentos, pero yo no. Nunca aprendí a montar en bicicleta, o no había aprendido nunca en condiciones.

Se imaginarán que llegar a la Universidad fue una verdadera odisea. Llegué montado sobre ella, cierto, pero no me atropellaron por el camino por puro milagro, o tal vez por el poco tráfico que había en las calles de la Habana debido, claro está, a la falta de combustible.

Como si tener que aprender a montar en bici de aquella manera tan precipitada, sacando tiempo de mis horas de estudio y ocio, no hubiera sido para mí ya un problema bastante grande, me encontré con el problema adicional de que en Cuba los chicos con novia, llevaban a sus parejas a la Universidad sentadas en la parrilla de la misma.

Yo, que apenas me sostenía sobre la bici, era incapaz de llevar a mi novia a ninguna parte. La primera vez, ella, que sí sabía montar, me llevó a mí hasta la universidad, pero me dejó claro que tendría que aprender a montar en bici cuanto antes, porque ella no me iba a llevar más, pues estábamos siendo el hazmerreir de todo el mundo allí.

Ese fin de semana, aprovechando que mi novia no estaba, me puse a montar por el barrio, y hasta me atreví a irme a la playa, la cual se encontraba a unos 5 kilómetros de allí. Debo tener muchos angelitos en el cielo, porque aquello parecía un acto suicida. No controlaba nada la bici, y varias veces estuve a punto de estrellarme contra una señal de tráfico, o contra otro bicicletero. Alguno me increpó por mi falta de habilidad al volante.

A mi novia nunca la pude llevar a la universidad en la parrilla. Tal vez aquel fue uno más de los motivos que nos alejaron para siempre. Una chica no quiere como pareja a un chico del que se burlan por no haber aprendido nunca a montar en bici. Y por eso, y por todo lo demás, mi relación empezó a tambalearse tanto como yo sobre mi bici cuando se me ocurría pedalear sobre ella.

Alguna vez me aventuré a llegar hasta la universidad, pero llegaba tan nervioso y tan asustando después de jugar a la ruleta rusa en aquel suicidio sobre ruedas, que decidí no hacerlo más. Preferí aventurarme con el transporte local, que era una opción casi tan suicida como la otra, pero un poquito menos.

Allí estaba varada mi bicicleta china en el apartamento de la residencia estudiantil. Para colmo, tenía que vigilarla porque me la podían robar. Los robos de bicis estaban a la orden del día, y como eran todas iguales, encontrar la tuya, podía ser tan complicado como hallar una aguja en un pajar. Finalmente decidimos mi novia y yo, llevarla para casa de mi suegro. En el garaje de él estaría mejor que en la residencia estudiantil.

Pasaron, más o menos, dos meses, y un buen día, desayunando en aquella casa del padre de ella, la abuela que estaba allí atendiéndonos, me hizo saber que mi suegro estaba muy apenado conmigo y que había algo que no se atrevía a decirme, así que ella me lo iba a comunicar de una vez.

Me quedé en tensión esperando la noticia y por fin dijo la anciana:

“Tu bicicleta se la han robado del garaje. Unos ladrones han entrado y se la han llevado”.

Yo respiré aliviado y sólo le respondí: “Por favor, ¿puede acercarme la mantequilla?

TADEO

martes, 14 de julio de 2009

ORISHAS

ORISHAS

Mientras escribo estas palabras he buscado en la red unos vídeos del grupo cubano Orishas. De esta manera me impregno de esa sonoridad tan de ellos y a la vez, tan cubana, y pongo en blanco y negro las sensaciones que sentí hace cuatro noches en la plaza del pueblo de Barakaldo, Vizcaya, País Vasco, y para los que sigan sin enterarse, España.

Como vivo cerca de allí, desde la ventana de casa escuché los primeros sonidos. Entonces tomé la decisión de bajar a ver qué pasaba, y allí me encontré a aquellos tres chicos destilando cubanía por los cuatro costados.

Tengo que reconocer que no es el tipo de música que más me gusta, pero todo lo que viene de mi país me interesa. Además, quería saber cómo el público vasco recibía a estos artistas isleños.

Hacía mucho tiempo que no estaba en un concierto. De hecho, meterme entre la gente me costó un poco de trabajo. Había bastantes personas y el público interactuaba con los artistas de un modo bastante bueno.

La juventud de este país cantaba y bailaba emocionada y divertida. Se lo estaban pasando bien, y yo estaba mirando con curiosidad a toda aquella muchachada bebiendo sus alcoholes mezclados con coca cola y otros refrescos espumosos. Algunos olían también a “yerba”.

Curiosamente, a pesar de ser yo el cubano, parecía de Orishas, el más distante. Ellos coreaban las canciones en perfecta jerga habanera, y yo sin poder decir nada porque no me he aprendido las canciones. Los veía decir esas palabras tan mías, tan nuestras, y me preguntaba si verdaderamente ellos sabrían el significado de las mismas. Supongo que en muchos casos no lo sabrían. Tampoco importaba.

Las chicas como siempre, aman a los artistas, y nuestros tres cubanitos estaban muy solicitados. Eso me gustó. Me ayuda a pensar que los cubanos tenemos buena aceptación aquí en la madre patria. Ya sé que pensar esto es una tontería y una subjetividad de mi parte, pero a veces vale la pena alimentar tales pensamientos.

Luego del concierto, conversé con algunos cubanos conocidos y me presentaron a algunos que no conocía. Se respiraba un ambiente muy cálido. Creo que el resto de compatriotas, tanto como yo, estaban allí para arrebatar algo que los de aquí no eran capaces de percibir, y que nada tenía que ver con ser fans o no de aquellos raperos o hiphoperos cubanos, se trataba simplemente de respirar a través de ellos un pedazo del espíritu de la isla.

TADEO

domingo, 5 de julio de 2009

LA CUEVA


LA CUEVA

Navegando por la red me he encontrado una entrada dedicada a los variados usos que se le puede dar a una cueva, y claro está, ahí apareció nuestra famosa cueva trinitaria de Carlos Ayala.

La cueva de Carlos Ayala es famosa por albergar en sus entrañas una discoteca, la más cara y exótica de la ciudad de Trinidad de Cuba y seguramente una de las más curiosas de toda la isla.

Los trinitarios decimos: “La Cueva”, para referirnos a ella, aunque también se le puede escuchar al pueblerino decir “Las Cuevas”, pero en este caso se estará refiriendo al famoso motel que se encuentra en la parte más alta de la ciudad, y que como su nombre avisa, también tiene una cueva, que hoy no es discoteca, pero que en su día lo fue.

Entre las dos cuevas, se lleva la palma la que se encuentra en los predios del motel. Nadie puede imaginar que en ese sitio es posible disfrutar de un espectáculo natural de tal magnitud y belleza. Pues sí, allí escondida, tanto que apenas te encuentras en la red fotos de ella, se encuentra esta cueva, que más que cueva, parece un palacio. Es un sitio que asombra por lo espacioso, sin dejar de mencionar las formaciones geológicas también de gran belleza.

En una de sus galerías más hermosas, el visitante se tropieza con un piso de lozas muy bien pulido. Allí estaba la discoteca primigenia, la primera que se echó a andar en Trinidad y que se paró porque alguien se dio cuenta de que aquel ruido terminaría destruyendo la cueva.

En el caso de la cueva de Carlos Ayala, al parecer, tiene la peculiaridad de ser un recinto más pequeño y que tiene un orificio en el techo que garantiza que los ruidos de la música salgan al exterior.

En ambas cuevas estuve bailando yo. En la del motel, siento aún muy pequeño, en aquellos tiempos en que los cubanos podíamos entrar libremente a los hoteles. En la de Carlos Ayala, ya de adulto. Me acuerdo perfectamente de la sensación tan rara que experimenta uno cuando el alcohol empieza a subirte a la cabeza y te sientes enclaustrado en la morada del hombre primitivo. Desde luego que es una experiencia diferente a lo que se puede experimentar en cualquier otra discoteca.

La Cueva de Carlos Ayala debe su nombre, según dicen, a que un señor llamado así, en su día, cometió un crimen y se escondió en dicha cueva para escapar de la justicia. Se decía que de noche se le veía salir de su escondite y aterrorizar sobre todo a las mujeres de la zona. Puede que sólo sean habladurías, típicas de los pueblos como el mío.

Lo cierto es que se dice que toda la ciudad de Trinidad de Cuba se encuentra construida sobre un complejo sistema de túneles naturales que salen al mar. Siempre, cuando desaparecía un niño en la ciudad, se comentaba que podía haberse perdido en ese laberinto de cuevas. Alguna vez, yo mismo estuve en la entrada del laberinto. Me refiero a esa otra entrada, cerca de la zona donde están las otras dos cuevas mencionadas, pero por otro lugar. No me atreví a dar un paso, pero me bastó con poner mis pies de niño curioso en aquel lugar tan mítico y legendario.

Más nunca anduve por allí. Mis recuerdos de todo aquello es muy borroso, pero si algún día vas a Trinidad de Cuba, no dejes de preguntar por estas cuevas. A lo mejor te ves envuelto en una fascinante aventura subterránea.

TADEO

lunes, 8 de junio de 2009

EL BAHÍA


EL BAHÍA

Cuando llegué a La Habana dispuesto a hacer vida universitaria, iba con la idea de que me enviarían a la residencia estudiantil de 12 y Malecón. Eso me habían dicho en mi Trinidad natal, e incluso, había planificado encuentros con amigos que también esperaban ser albergados en la tan famosa residencia estudiantil del barrio de El Vedado.

Pues no señor. Al llegar a la Universidad y hacer la matrícula, me informaron que mi residencia estudiantil era nueva y que se encontraba en la Habana del Este. Se llamaba “Bahía”, por encontrarse enclavada en el barrio del mismo nombre. Pues allá me fui. Me dieron mi apartamento y pasé en aquel lugar 5 años de mi vida, los mismos que demoré en sacarme el título de Licenciado en Historia.

Hace poco encontré en la red esta foto y mirarla me trajo un montón de recuerdos, un montón de anécdotas y volvieron a mi mente muchísimos rostros de compañeros y amigos, de trabajadores de la residencia estudiantil y hasta de vecinos que andaban por allí sin tener nada que ver con la institución.

La residencia Estudiantil estaba formada por dos edificios paralelos con una nave central dividida en dos partes. Una de ellas era el comedor, y la otra, era la sala de televisión y de juegos. No es que fuera una maravilla en cuanto a condiciones materiales, pero no nos podíamos quejar.

El hecho de no ser tantos estudiantes, facilitaba las relaciones humanas. Éramos como una gran familia, a pesar de que convivíamos allí los estudiantes de dos facultades bastante diferentes entre sí: la facultad de Filosofía, Historia y Sociología, y la facultad de Lenguas Extranjeras.

En la residencia estudiantil de Bahía viví entre los años 1992 y 1996. Sus muros fueron mi refugio durante esos años más crudos del Período Especial. En sus mesas vi desaparecer paulatinamente los alimentos, al punto de llegar a tener alguna vez como menú, sólo arroz blanco. Recuerdo que en esos tiempos nos aficionamos a pedirle a los africanos y árabes, sus salsas picantes para que el arroz blanco supiera a algo.

Tal vez la desventaja mayor que tenía la beca de Bahía, era la distancia que se necesitaba recorrer para llegar a la Universidad de la Habana. En esos años en los que el transporte se convirtió en un infierno en la Habana, nosotros los estudiantes, teníamos que levantarnos bien temprano para poder llegar a tiempo a clases.

A veces llegabas sudado y apretujado en esos camellos que pasaban por La Habana del Este procedentes de Alamar, a veces tenías la suerte de conseguir atrapar alguna guagua de las que nacían allí mismo, y a veces alcanzabas montarte en alguna de las rutas procedentes del municipio de Guanabacoa.

En esos años yo probé todas las combinaciones posibles para llegar a la Universidad. Había veces en que no conseguía que las guaguas me llevaran hasta la misma universidad, y me tocaba caminar desde la Habana Vieja o desde Centro Habana hasta llegar a la colina universitaria. Luego, para regresar era la misma odisea.

Algunos años más tarde, la Universidad consiguió una flotilla de autobuses donados de no sé donde, y nuestro calvario cesó. Eso sí, no debería dejar de mencionar que antes de que llegaran las guaguas de donación, nos repartieron bicicletas a todos los estudiantes. Yo, que nunca había tenia una bicicleta en mi vida, tuve que ponerme a aprender a montarla, y creo que me aventuré un par de veces a llegar a la Universidad usando aquel medio de locomoción. Era divertido, pero un poco loco. Un mes más tarde, ya me habían robado la bicicleta, pero creo que fue lo mejor, porque mi vida corría peligro cada vez que cogía en las dos ruedas la avenida Monumental rumbo al túnel de la Bahía.

En la residencia estudiantil me pasó lo que a muchos: aprendí a compartir la cama con mi pareja. Fueron 5 años de dormir en apenas 30 cm de litera. Cada movimiento de tu pareja, te despertaba, a no ser que el cansancio fuera tanto que ya ni eso.

Volvimos a disfrutar de la experiencia de compartir con personas venidas de todo el país, y también de otros países. Aprendimos a sobrevivir y a adaptarnos a las condiciones de la Cuba de entonces y de todo eso salió esto que somos, unos seres singulares y con dotes especiales para relacionarnos con el prójimo en las más variadas situaciones. También construimos amistades para toda la vida.

Algunos como yo, ya no animamos con nuestra presencia la vida de la isla, pero todos, estemos donde estemos, seguimos guardando en nuestros corazones el recuerdo de los 5 años que compartimos como una gran familia y nos seguimos emocionando al ver estas imágenes, y nos seguimos buscando porque sabemos que en algún lugar del mundo tenemos personas que nos quieren y nos recuerdan con cariño, personas que a nuestro lado compartieron algo más que cama y mesa, y penurias y apagones, y alegrías y fiestas y tristezas y amores y viajes, y estudio, y en fin, la vida de universitario con todo lo que ella conlleva.

La última vez que pasé por la residencia estudiantil de la Universidad los trabajadores me recibieron con alegría y me invitaron a almorzar allí como si de uno más se tratara. Y los amigos que aún seguían allí, de cursos inferiores, me decían que siempre que visitara la Habana, en caso de no tener donde dormir, allí siempre iba a encontrar una cama y un plato de comida a mi disposición. Nunca dudé de ello.
TADEO

miércoles, 6 de mayo de 2009

LENIER

LENIER

Lenier es tal vez uno de los gays más famosos de Trinidad de Cuba. Ya sé que no soy la persona más indicada para expresar algo así, puesto que no me he movido entre homosexuales. Más bien debo reconocer que durante mi adolescencia, me dediqué a descartarme de ellos echándome novias para relaciones supersónicas, que sólo tenían el objetivo de dejar clara mi condición sexual, no por exceso de testosterona, sino más bien, por exceso de miedo a ser vejado, maltratado y humillado por esos “machotes” con los que me codeé de continuo en los institutos y universidades donde estudié.

La vida de los homosexuales en Cuba, al menos en los años 70 y 80, (a partir de los 90 las cosas han empezado a cambiar) no era nada fácil. Yo recuerdo que aquellos pobres chicos que se atrevieron a confesar su homosexualidad, muchas veces sufrieron las crueldades del trato que sus propios compañeros les dábamos, y uso la primera persona del plural, porque tal vez no hice lo suficiente para ayudarlos por allá por los años de mi adolescencia.

Eso sí, tengo que decir que jamás le retiré mi amistad a los chicos homosexuales con los cuales me relacionaba, y mientras más edad fui teniendo, mi actitud ante los maltratos y vejaciones a gays y lesbianas, era cada vez más clara y contundente.

Muchas veces discutí con amigos heterosexuales porque ellos esperaban de mí una actitud de rechazo ante mis amigos gays. Alguna vez permití que un amigo de orientación sexual diferente a la mía, durmiera en mi habitación en la universidad, y eso no siempre era visto con buenos ojos. Me estaba arriesgando a ser tildado de homosexual, y seguramente hubo quien lo pensara de mí, y seguramente habrá quien lo piense todavía.

Durante los últimos años que estuve en Cuba, ya no me preocupaba por dar explicaciones sobre mi condición sexual. No hace mucho, conversando con un amigo homosexual, me confesó que una vez un amigo suyo le comentó que estaba convencido de que yo también lo era.

He encontrado en la red la foto de Lenier y esta imagen me ha dado pie para escribir estas palabras.

Una noche estaba yo en una discoteca de la ciudad con unos amigos españoles y uno de mis amigos se fijó en Lenier. Le gustó al parecer, le cayó bien, qué se yo. Lo cierto es que esa misma madrugada, mientras buscábamos un sitio donde amanecer, nos encontramos de nuevo a Lenier sentado en un parque de la ciudad. Mi amigo español se le acercó y le preguntó si esperaba a alguien y él dijo que pensaba que ya no vendría la persona que esperaba, así que le propusimos venir con nosotros y él también amaneció en nuestra compañía.

Recuerdo que le leí las manos. Lenier era uno de los homosexuales que mostraba con orgullo su condición sexual y eso provocaba admiración. La gente decía a sus espaldas que era yudoca o luchador, no lo sé bien, pero que sabía defenderse muy bien, y que era capaz de darle una paliza a cualquiera que lo ofendiera.

En los días sucesivos me encontré con Lenier muchas veces en la calle y siempre lo saludaba y conversábamos.

Una tarde nos encontramos en el parque del centro de la ciudad. Yo esperaba a un amigo, y él vino y se sentó a mi lado y allí estuvimos conversando un rato. Cuando se marchó, oh, Dios mío, se me acercó un señor y empezó a decirme cosas lascivas, dando por sentado que yo era homosexual.

Era una persona desagradable y baja. Sus palabras sonaban en mi oído provocándome asco y mucha rabia. Por entonces yo ya practicaba el perdón y el amor al prójimo, pero recuerdo que ese día estuve a punto de lanzarme contra él y golpearlos hasta conseguir que se tragara sus palabras.

Ahora agradezco haberme visto por un instante en el papel de un homosexual, porque me ha permitido entender mucho mejor lo que es y lo que se siente cuando te toca sufrir el rechazo de una parte de la sociedad por algo tan insignificante como tu condición sexual.

TADEO

domingo, 19 de abril de 2009

TRINIDAD DE NOCHE

TRINIDAD DE NOCHE

Cuando termina el día y el manto de penumbras lo envuelve todo, las ciudades adquieren otra fisonomía, otro esplendor, otra magia. No es lo mismo recorrer una ciudad con el sol y la luz inundándolo todo, que durante el tiempo en que la tarde se ha hecho historia y el astro rey, exhausto, hunde su barriga en el mar o en las montañas.

Así recuerdo hoy mi ciudad natal, Trinidad de Cuba, con su vida nocturna dedicada casi en exclusiva al turismo, a todos esos que desde cualquier rincón de este planeta con mayor o menor suerte, se aventuran a desandar sus empedradas calles.

Los centros nocturnos, restaurantes y demás, ofrecen al visitante sus mejores galas, tal vez sin sospechar que para el que nos visita, no hay nada más sugestivo que la vida misma de un pueblo que de alguna manera se sustrae de esas caras extrañas que se repiten siempre diferentes a lo largo de los años, pero que siempre del mismo modo, siguen representando el sustento económico y el toque distintivo de esta ciudad patrimonio de la humanidad y como no, dormida en el tiempo.

Dicen los brujos de la ciudad que cada de estas piedras tienen nombre y que fueron traídas de España en esos mismos barcos que regresaban luego a la madre patria cargados de oro y demás tesoros. Quién sabe si para los sabios africanos, aquellas rocas eran tan valiosas o más que el mismo oro que tanto codiciaba el hombre blanco.
En todo caso, camino en mi memoria por esas grandes piedras del centro de la calle. Llego hasta el parque del final de la imagen y allí me deleito con el olor de los jazmines y con el sonido de la música tradicional tocada con clave, guitarras, maracas, tumbadora y bongó.

Esas noches distintas a las noches del viejo mundo son las noches más mías, las que más se meten dentro y las que permanecen aún cuando el sol viene con su petulancia a decir que ya es la hora de sacarse de la chistera el nuevo día.

TADEO

jueves, 5 de marzo de 2009

MARIELA

MARIELA

Mariela es una de esas amigas que uno siempre quisiera tener cerca. Ella es la alegría, la gracia, el desparpajo y el talento, porque además de ser un ser encantador, es actriz y le dedica su vida al teatro.

En mi último viaje a Cuba me la encontré como siempre, porque Mariela y yo siempre nos encontramos sin buscarnos, es curiosísimo, y esta vez nos encontramos creo que 4 veces en los 15 días que estuve allí, y no es que el pueblo sea tan pequeño.

Uno de esos encuentros se produjo en una de las galerías de arte de la ciudad de Trinidad de Cuba. Exponía sus trabajos el afamado artista plástico cubano Juan Roberto Diago, y allí estaba reunido todo lo más granado de la intelectualidad de mi ciudad. Fue una linda velada, porque tuve la oportunidad de saludar a muchísima gente querida y que hacía muchísimo tiempo que no veía. Y claro, Mariela no podía faltar.

Yo andaba con mi amigo Pedrito Cubas, compañero de carrera y casi como un hermano carnal. Al presentarlos, cometí la estupidez de decirle a Pedro: “Pedrito, esta es Mariela, quien en su día fue la mujer más linda de este pueblo”. Ella un poquito tocada por haberla destronado, dijo que de eso nada, que ella seguía siendo la más bella aún. A lo que yo apostillé que sí, que tenía razón, que aún seguía siendo la más bella.

Otro de nuestros encuentros casuales en este último viaje, ocurrió en un puesto de venta de pizzas. Estaba yo buscando un sitio para comerme una pizza, y allí estaba Mariela haciendo la cola, así que llegué y le dije en broma:
-“Mariela, cómprame una pizza, que no tengo dinero”.


Cuando uno viene del extranjero es visto en Cuba como un millonario, así que aparecerse con eso de que no tienes dinero, es un verdadero chiste, pero Mariela se lo tomó en serio y me compró la pizza y no dejó que le devolviera el dinero. Me quedé un poco mal con eso, pero es que Mariela es así.

Me dijo que estaba preparando un viaje para Suiza. A ver si se le da, y a ver si se pone a buscarse en la red y da con estas palabras.
Mariela, tienes abiertas las puertas de mi casa, por si te animas a conocer Bilbao.

Eso sí, no puedo terminar este texto sin hablar del más espectacular de los encuentros entre Mariela y yo. Andaba perdido por esas calles que asustan, en pleno Centro Habana, es decir, en uno de los barrios más complicados de la capital cubana. Era fin de semana y como yo estaba investigando para escribir mi libro sobre ESPIRITISMO, y necesitaba aprender de todas las religiones populares presentes en la isla, se me ocurrió meterme en una casa donde había una ceremonia festiva de santería.

Allí todo el mundo estaba bailando, así que me puse a mirar un poco desde afuera, por las ventanas de la casa para aprender un poco los pasos de los bailes y poder entrar sin llamar la atención. Así lo hice. Una vez que tenía el baile copiado, me metí en la casa y me puse a bailar ahí dentro entre toda la muchedumbre. No llevaba mucho tiempo allí cuando me encontré a mi amiga Mariela. Los dos nos sorprendimos mucho.
Después de dos besos le dije:
-Mariela, ¿qué tú haces aquí?
-Pues nada, que soy amiga del dueño de los tambores.
-¿Y tú qué haces aquí?
-¿Yo? Pues trabajo de campo para mi libro sobre espiritismo.
-Pues muy bien, dijo ella, y seguimos bailando aquellas danzas africanas entre risas y complicidad.

TADEO

viernes, 13 de febrero de 2009

IVIS TAMARGO

IVIS TAMARGO

En mi último viaje a Trinidad de Cuba, aproveché para ir a la misa del domingo, y allí en la iglesia me encontré con algunos viejos amigos que me hizo mucha ilusión saludar. Entre ellos, estaba Ivis Tamargo, así que no perdí la oportunidad para inmortalizar nuestro encuentro en esta foto.

Ivis y yo nos conocimos cuando matriculamos juntos en la Escuela Vocacional Ernesto Guevara de Santa Clara. Como todo cubano sabe, se trata de este tipo de escuela especial para niños, si no superdotados intelectualmente, sí seleccionados entre los mejores estudiantes de todas las escuelas primarias del municipio.

En aquel grupito conformado por 15 varones y 15 hembras, como representación de nuestro municipio en aquel gran colegio, estábamos nosotros dos conjuntamente con otros 28 chicos y chicas de los cuales me aventuraré a escribir los nombres de todos, aún corriendo el riesgo de que se me queden fuera 2 o 3, (espero que no se enfaden los que se me olviden)

Las chicas eran: Carmen Alicia, Yoelsy Palma, Yolaine Pomares, Disney, Tessa Negrín, Suleyka Bandomo, Raquel, Cary, Arianis Menéndez, Ivis Tamargo (no me acuerdo de las demás)
Y los chicos eran: Justo, Rolando Sicilia, Reinier el chino, Norly Lichilín, Ondrey Ricardo, Julio César Pomares, Yoet Aladro, Delvis Fraga, Hofman Bastida, Juan Guillermo, Marcos, El chiqui Hernández, (no me acuerdo de más)

Como nos graduamos sólo 20, espero que los que me he olvidado, estén entre esos que se marcharon sin graduarse.
A ver si alguien que nos conozca, pasa por aquí y me deja los nombres que yo he olvidado.

Lo cierto es que de todos nosotros, Ivis fue el primer expediente académico. Terminó estudiando la carrera de estomatología y hoy es estomatóloga allá en Trinidad de Cuba.

Ivis tiene la bondad reflejada en el rostro y una sonrisa de eterna niña, que a todos complace. Es una de esas amigas con personalidad propia, y por tanto, una de las inolvidables y de las imprescindibles. Siempre que la veo y converso con ella, me deja dentro una sensación muy agradable de paz y energía positiva.

Querida Ivis, gracias por existir.

TADEO

martes, 13 de enero de 2009

EL VIAJE A CUBA EN IMÁGENES

EL VIAJE A CUBA EN IMÁGENES

No hace ni siquiera un mes que he regresado de Cuba y ya me estoy dejando atrapar por la nostalgia de ese lugar que llevarás clavado para siempre en tu memoria. Ni mejor ni peor, simplemente tu lugar, y basta con esto. No hace falta explicar más.

Has cumplido con los objetivos que te llevaron a volver a tu sitio, a tu centro, a tu esencia. Les has dejado a ellos la alegría de tu presencia, has inyectado dinero y bienes materiales en sus economías, y tú has inyectado el calor humano que tanto echas en falta en estas gélidas regiones del corazón a donde te llevó la suerte y el amor, o el amor a la suerte, o la suerte de dar por fin con el amor.

Has regresado con nuevos bríos, con las pilas cargadas y sabiendo que te esperan años de espera para poder repetir la delicia del reencuentro con todo eso que has dejado atrás y que no es más que el reflejo de ti mismo.

Aquí, parado en la nostalgia y en la lejanía de mi piso bilbaíno, repaso el arsenal de fotos que he hecho allí y se las muestro a ustedes para que le pongan rostro a mi añoranza y para compartir de un modo diferente todos estos fragmentos de ese gran rompecabezas que es en definitiva, mi vida.

Salí de Bilbao en autobús para coger el avión en Madrid.
Salí de casa lloviendo y con muchísimo frío, pero feliz por saber que me separaban pocas horas de los seres queridos que dejé en Cuba y de la ciudad que me vio nacer.

Por fin llegué a Madrid. Venía sentada a mi lado una señora con aspecto muy descuidado, sucia y muy maloliente, así que el viaje se me hizo eterno.
El resto ya se lo imaginarán. Viaje en autobús al aeropuerto, montarse en el avión, volar 9 horas, luego aduanas, movimiento de equipajes allí en el aeropuerto Internacional José Martí de la Habana, el reencuentro con los familiares que me esperaban, largo viaje en coche hasta Trinidad de Cuba, mi ciudad natal, y ya está. De nuevo en casa.


Ay, mi linda Trinidad de Cuba. Qué lejos he tenido que irme a vivir para comprender que eres uno de los lugares más hermosos y mágicos de la tierra. Antes no lo sabía, pero ahora sí lo sé. A veces esto es lo único que nos dejan los viajes, descubrir que la felicidad la tienes al lado aunque no tengas ojos para verla.
Ahora Trinidad y yo somos, ella, la ciudad añorada y que me añora (al menos eso quiero creer) y yo, el que la añora y la añorará siempre. El que se ha ido, pero se siente orgulloso y afortunado de haber visto la luz por primera vez entre ese cielo y esa tierra.

Luego, y a la vez primero que todo, mi madre. Mi madre es uno de los seres más extraordinarios que he conocido. Una mujer con una sabiduría y con una capacidad de análisis, de deducción, con una capacidad de amar a las personas, y con el don de hacer amigos y admiradores por montones.
Yo tuve la suerte y el privilegio de venir al mundo por su vientre, y todo lo que pueda haber de bueno en mí, de ella procede. Su amor de madre me ha hecho dependiente de ese sentimiento y me ha enseñado a amar a los demás con su ejemplo. Que Dios me la conserve muchos años.


Al mismo nivel, mi padre. Mi padre es también un anciano adorable que no deja de hablar un instante de su hijo que vive en España. Cuando yo llego, él no se me quiere despegar, así que se va de paseo conmigo, y como es lógico, termina haciéndose fotos con las amigas mías que nos vamos encontrando por el camino.
Redondeando la foto de familia, mis dos hermanas. Seres admirables y queridos. Somos tres hermanos, cada uno con sus peculiaridades y características, pero hermanos que nos idolatramos y entregamos sin miramientos. Mis hermanas son mi vida, y vivo para que sean felices y siempre esté bien. Sus deseos son órdenes para mí.


Luego, la nueva generación familiar que nos sucederá, mis sobrinas queridas y hermosas.
Más tarde vienen los amigos, esos hermanos que te buscaste en el bregar de la vida y que los adoras también. Seres entrañables y muy parecidos a ti en gustos y aficiones. Esos seres que iluminaron tu vida el día que los encontraste, porque te sentiste menos sólo en el mundo y menos raro.
Los grandes amigos que hiciste en la universidad y que no más enterarse de tu llegada se aparececieron en tu casa para pasarla bien y recordar los viejos tiempos.

La sonrisa linda de los que te quieren y se alegran de verte de nuevo por allí.

En los pueblos pequeños como en el que yo nací, muchas veces los mismos padres se encargan de emparejarte. Ellos ya saben con quién te deberías casar, y no pierden la oportunidad de dejarte claro con quién sí y con quién no estarían de acuerdo.
Sin embargo, la persona que "te toca" en cuestión y tú, no siempre tienen las cosas tan claras. Casi siempre se resisten al destino casi inexorable que te impone la dinámica social del pueblo. Unos terminan aceptando su suerte y casándose con esos pretendientes de toda la vida. Otros como yo, nos fabricamos otras opciones, y terminamos rompiendo con los vaticinios de los mayores, aunque siempre queda la amistad, el cariño y el trato especial que da el saber que somos lo que somos, (amigos) pero que pudimos haber sido mucho más que eso.
Aquí tienen a una de esas candidatas a esposa que el pueblo me había "designado"sin siquiera contar conmigo.

De repente te encuentras mirando en las paredes los nombres de las calles, porque notas que se te han olvidado, y claro, te confunden con un turista, y muchos no te creen cuando les dices que eres de allí de toda la vida.


Las fiestas íntimas en casa de los amigos que te invitan a compartir con ellos. Esos que brindan a tu salud y con quienes compartes el ron, la comida, la música de moda.
Esta vez no dejaba de sonar el reggetón cubano. Eché un poco de menos la salsa de mis tiempos.
No desaproveché la oportunidad para bailar un poco, y bueno, también pude darme cuenta que ya empezaban a tratarme como una persona mayor, pues ya los jóvenes eran otros y no tú.

Descubres que no conoces a nadie de la nueva generación de niños que han venido al mundo durante tu ausencia. Descubres que en la Cuba de hoy ya no somos tan iguales. Unos han arreglado y agrandado sus casas....
Y otros no han tenido la misma suerte y siguen viviendo muy pobremente.
Vuelves a admirarte con la capacidad de los cubanos para seguir adelante luchando con sus carencias y necesidades vitales. Y descubres, ya con la mirada del turista, que Cuba sigue siendo un lugar fantástico para conseguir buenas fotos.
Descubres también que las personas mayores o han muerto, o siguen envejeciendo como es lógico y notable.

Descubres que algunos amigos, a pesar de haberse quedado en el pueblo, se han puesto más gordos que tú.

Que no hay lugar más placentero y acojedor que tu propia casa, esa que echas de menos y a la que regresas siempre con un placer inmenso.

Que los atardeceres de tu tierra son impresionantes y que son los que más te tocan el alma y remueven más tus recuerdos.
Que esos parques que esconden los secretos de tus amores adolescentes se mantienen intactos, con la misma magia de siempre y con la misma capacidad para seducirte y hacerte sentir que aún queda dentro de ti algo de ese niño que fuiste.


Que las playas que amas y que sientes como tuyas, siguen allí esperándote siempre como novias fieles, y recibiéndote siempre con los brazos abiertos.
Y como todo viaje siempre es efímero. Siempre nos llega la hora de regresar.
Uno se despide de su ciudad y de los suyos lo mejor que puede....

Cumples con la tradición y dejas tus velas y tus ofrendas a esos santos locales que han prometido cuidar de ti y de los tuyos allá a donde vayas. Esos santos que abren y cierran los caminos y que uno procura, por si acaso, tenerlos contentos...

Llega el momento de retornar a tu vida cotidiana. Toca desandar lo andado dejando tras de ti lágrimas y alegrías, abrazos, y la esperanza de un pronto reencuentro. Nuevas horas de avión y de autobús, esta vez ya con mucho menos equipaje.
Otra vez miras los paisajes nevados que cada vez sientes menos ajenos, y te dejas llevar por el deseo de estar de nuevo junto a tu nueva familia, esa que has fundado y de la que te sientes feliz y orgulloso. La esposa amantísima y la hija que es tu tesoro y tu razón de ser.

TADEO