martes, 12 de enero de 2010

TE SOLTÉ LA RIENDA


TE SOLTÉ LA RIENDA


Cuando decidí echar a andar este blog, pensé que mis recuerdos sobre Cuba serían los suficientes como para no pasar trabajo a la hora de redactar sus post. Un par de años después siento a la isla como a esa caballo blanco de la canción del mexicano José Alfredo Jiménez al que le soltó la rienda.

Ya sé que la canción no es más que una metáfora, ya sé que es una historia de amor, pero esta no deja de serlo. Cuba es como una mujer, una que siempre va a estar ahí del otro lado del mar. Una novia que espera, como hubiera dicho tal vez Martí, una novia que espera acaso inutilmente.

Cuba empieza a estar lejos después de 10 años ausente. Ni siquiera volver me ha hecho reencontrarme con aquel que era yo subido a los camellos de la Habana, o leyendo mis poemas en las casas de cultura, o en las diferentes universidades donde estudié, o jugando a la pelota con los amigos del barrio.

¿Dónde estará ese que fui? ¿Y qué puedo hacer para encontrarlo? ¿Acaso tengo deseos de encontrarme? ¿Acaso es necesario? No lo sé. Tal vez no tenga sentido ese tipo de búsqueda.


Una tarde, regresaba de Francia por carretera, y al ver el letrero que decía: “Bienvenidos al País Vasco", sentí un alivio dentro y pensé: “Estoy en casa”. Un segundo después la preocupación se reflejó en mi rostro. ¿Qué me está pasando?, me dije. No quise darle más vueltas al asunto. Pero la preocupación aún sigue dentro de mí como un pájaro carroñero.


Allá en la isla, resulta que mi acento ya no es el de un cubano. La vida sigue, pero no encuentras el espacio vacío que creíste que ibas a dejar para siempre. No has necesitado fallecer para comprender cómo la vida sigue aunque tú hayas dado la media vuelta para irte con el sol cuando muere la tarde.


¿Dónde está aquella Cuba que perdí? ¿Dónde estoy yo, que en mi propia isla no me encuentro? Como el forastero que busca a Roma en Roma, como diría Quevedo, yo también encuentro, para mi sorpresa, que apenas lo fugitivo permanece y dura.


He puesto la canción de José Alfredo Jiménez para sentirme aún más encadenado a estas palabras, y bueno, esas cosas del destino, el músico ha dicho algo que me ha hecho reír para mis adentros: ¿Será que se me acabó la fuerza de mi mano izquierda?

TADEO