miércoles, 6 de mayo de 2009

LENIER

LENIER

Lenier es tal vez uno de los gays más famosos de Trinidad de Cuba. Ya sé que no soy la persona más indicada para expresar algo así, puesto que no me he movido entre homosexuales. Más bien debo reconocer que durante mi adolescencia, me dediqué a descartarme de ellos echándome novias para relaciones supersónicas, que sólo tenían el objetivo de dejar clara mi condición sexual, no por exceso de testosterona, sino más bien, por exceso de miedo a ser vejado, maltratado y humillado por esos “machotes” con los que me codeé de continuo en los institutos y universidades donde estudié.

La vida de los homosexuales en Cuba, al menos en los años 70 y 80, (a partir de los 90 las cosas han empezado a cambiar) no era nada fácil. Yo recuerdo que aquellos pobres chicos que se atrevieron a confesar su homosexualidad, muchas veces sufrieron las crueldades del trato que sus propios compañeros les dábamos, y uso la primera persona del plural, porque tal vez no hice lo suficiente para ayudarlos por allá por los años de mi adolescencia.

Eso sí, tengo que decir que jamás le retiré mi amistad a los chicos homosexuales con los cuales me relacionaba, y mientras más edad fui teniendo, mi actitud ante los maltratos y vejaciones a gays y lesbianas, era cada vez más clara y contundente.

Muchas veces discutí con amigos heterosexuales porque ellos esperaban de mí una actitud de rechazo ante mis amigos gays. Alguna vez permití que un amigo de orientación sexual diferente a la mía, durmiera en mi habitación en la universidad, y eso no siempre era visto con buenos ojos. Me estaba arriesgando a ser tildado de homosexual, y seguramente hubo quien lo pensara de mí, y seguramente habrá quien lo piense todavía.

Durante los últimos años que estuve en Cuba, ya no me preocupaba por dar explicaciones sobre mi condición sexual. No hace mucho, conversando con un amigo homosexual, me confesó que una vez un amigo suyo le comentó que estaba convencido de que yo también lo era.

He encontrado en la red la foto de Lenier y esta imagen me ha dado pie para escribir estas palabras.

Una noche estaba yo en una discoteca de la ciudad con unos amigos españoles y uno de mis amigos se fijó en Lenier. Le gustó al parecer, le cayó bien, qué se yo. Lo cierto es que esa misma madrugada, mientras buscábamos un sitio donde amanecer, nos encontramos de nuevo a Lenier sentado en un parque de la ciudad. Mi amigo español se le acercó y le preguntó si esperaba a alguien y él dijo que pensaba que ya no vendría la persona que esperaba, así que le propusimos venir con nosotros y él también amaneció en nuestra compañía.

Recuerdo que le leí las manos. Lenier era uno de los homosexuales que mostraba con orgullo su condición sexual y eso provocaba admiración. La gente decía a sus espaldas que era yudoca o luchador, no lo sé bien, pero que sabía defenderse muy bien, y que era capaz de darle una paliza a cualquiera que lo ofendiera.

En los días sucesivos me encontré con Lenier muchas veces en la calle y siempre lo saludaba y conversábamos.

Una tarde nos encontramos en el parque del centro de la ciudad. Yo esperaba a un amigo, y él vino y se sentó a mi lado y allí estuvimos conversando un rato. Cuando se marchó, oh, Dios mío, se me acercó un señor y empezó a decirme cosas lascivas, dando por sentado que yo era homosexual.

Era una persona desagradable y baja. Sus palabras sonaban en mi oído provocándome asco y mucha rabia. Por entonces yo ya practicaba el perdón y el amor al prójimo, pero recuerdo que ese día estuve a punto de lanzarme contra él y golpearlos hasta conseguir que se tragara sus palabras.

Ahora agradezco haberme visto por un instante en el papel de un homosexual, porque me ha permitido entender mucho mejor lo que es y lo que se siente cuando te toca sufrir el rechazo de una parte de la sociedad por algo tan insignificante como tu condición sexual.

TADEO