lunes, 3 de noviembre de 2008

LAS TRAMPAS DEL RECUERDO

LAS TRAMPAS DEL RECUERDO

Hace poco vi una película titulada El señor Ibrahim y las flores del Corán , en la cual uno de los personajes protagónicos, ( El señor Ibrahim) realiza un largo viaje antes de morir hasta la aldea donde nació. Por la importancia que para él tenía este viaje, deduje que, aunque se hubiera pasado casi toda su vida fuera de allí, para él tenía una importancia muy grande el poder regresar algún día.

Estos reencuentros con el pasado, son tal vez una manera de validar todo lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida, porque ¿de qué nos vale haber hecho nada, si no tenemos a quien contarle lo que hemos hecho? Tal vez sea una tontería, tal vez un simple acto de vanidad, pero lo que no hay dudas es de que muchos de los que vivimos o hemos vivido fuera de esa patria chica que nos vio nacer, sentimos en algún momento ese deseo de regresar a nuestro centro.

Sé que hay quienes se han marchado llenos de rencores y de resentimientos, y sé de algunos que no pueden volver, y de otros que entienden que ya pasó su tiempo de volver y prefieren morir con la espinita clavada de la vuelta jamás realizada. Tal vez se conformen con viajar a esos lugares en sueños, porque los sueños, a veces no son simplemente humo. A veces ellos hacen realidad (en la realidad fantástica del sueño) tantas cosas que una vez al despertar, sentimos como si la experiencia permaneciera ahí dentro de nosotros y nos hubiera alimentado.

Aquí les dejo una imagen hermosa de la Habana Vieja. Este lugar y sus alrededores, es decir, El Parque Central, El Capitolio, El Parque de la Fraternidad, el boulevard de San Rafael, el Gran Teatro de la Habana, el cine Paytet, El Prado, etc, forman parte de ese pedazo de patria a la que siempre regreso en mis sueños.

Paseo por ellos en mi imaginación y siento la necesidad de permanecer al menos como un fantasma, como un ser invisible que no quiere perderse la aventura increíble y maravillosa de andar la Habana y de vivir en Cuba.

TADEO

jueves, 23 de octubre de 2008

CHUCHERÍAS


CHUCHERÍAS

Dice mi esposa que gasto demasiado dinero en chucherías. Que a mi edad debería como mucho, estar comiendo pepinillos en vinagre, aceitunas o cebolletas. Sin embargo, yo sigo anclado en los lacasitos, bombones, conguitos, caramelos, peladillas, aspitos, chaskis, gominolas, y claro, también helados. Dice que soy como mi hija, que parecemos de la misma edad.

Es cierto, a mis años debería estar pensando más en comer otras cosas. Pero qué le voy a hacer. Si la infancia es comer todas estas chucherías, se podría decir que yo no tuve infancia. En mi Cuba natal no tenía acceso a la mayoría de estas golosinas, en su mayoría, dañinas para la salud, pero buenas para alegrarle la vida a un niño.

Nunca olvidaré que en mi primer viaje a España, mi mujer, sus amigos y yo, entramos a una tienda de golosinas. Dijeron que comprarían algo para picar. Todos se dirigieron a la zona de frutos secos y encurtidos. Yo no entendía nada. ¿Qué hacían estos comprando todas aquellas pipas y semillas de Dios sabe qué? ¿Por qué no miraban siquiera aquellas chucherías que a mis ojos parecían interesantes y dignas de ser probadas? Poco tiempo después lo comprendí. Ellos habían estado comiendo desde niños todas aquellas cosas que yo descubría ahora por vez primera.

Yo miraba y miraba y no era capaz de decantarme por algo en particular.
-Coge lo que quieras, me decían ellos.
Al final decidí comprarme un tubo de leche condensada.

TADEO

jueves, 16 de octubre de 2008

YOVANY MARRERO


YOVANI MARRERO

Gracias a la magia de Internet, este sistema maravilloso de interconexión entre los seres humanos, me encuentro observando a mi amigo Yovani Marrero, bebiéndose una cerveza supongo que allá en Altea, Alicante, España, donde según me ha dicho, vive en estos momentos.

Se le ve bien, y ver bien a los buenos amigos es siempre un auténtico placer, un placer comparable a ese que refleja su rostro mientras la más refrescante de las bebidas alcohólicas penetra en su cuerpo con esa espumeante vocación de saciar la sed y de alegrar el alma.

Yovani y yo nos conocimos en la Universidad de la Habana. Por su aspecto y su manera de hablar, más propia de un pueblito cubano que de una gran urbe, no sospechábamos que dentro de este mulato de facciones finas se encontraba un alma delicada y sensible.

Primero nos sorprendió con eso de que estudiaba Filosofía, no Medicina o Derecho, como es propio en Cuba de los hijos cuyas familias antes de la Revolución no eran precisamente adineradas, sino una de las carreras más selectas de las que se pueden estudiar en Cuba.

Luego nos volvió a sorprender con aquello de que lo habían aceptado como cantante en el coro de la Universidad de la Habana. Nos dijo que no había cantado nunca, pero que al parecer, la instructora de canto había descubierto en él posibilidades sacando un hermoso registro de su voz quizás más grave de lo normal.

Pues nada, aquí lo tenemos, y ojalá que esta entrada sirva para dar fe de su existencia y de su presencia en mi vida y en nuestras vidas. Si alguno de nuestros amigos de la facultad de filosofía e historia, o de la residencia estudiantil de la Universidad, más conocida como “El Bahía” pasa por aquí, no se olvide de dejar constancia de su visita. Tal vez sea una buena manera de que poco a poco nos vayamos reencontrado todos otra vez.

TADEO

jueves, 25 de septiembre de 2008

LOS OBJETOS DEL RECUERDO



LOS OBJETOS DEL RECUERDO

Cuando mi padre vio las cajas de cerillas españolas, e intentó encender su tabaco con ellas, no lo consiguió a la primera, quizás tampoco a la segunda, así que, echando de menos a las cajas de fósforos cubanas, dijo:
“Acabo de encontrar algo de España que es peor que lo que tenemos en Cuba: las cajas de fósforos.
Puede ser, seguramente las de la isla se encendían mejor, y bueno, seguramente también eran más peligrosas, porque si hasta los niños podían terminar haciendo fuego con ellas, pues ya ustedes se imaginarán.
He encontrado en la red una rara muestra de productos cubanos que seguramente nos traerán a todos grandes recuerdos.
Las libretas que nos daban en los colegios, esas tan ligadas a nuestra educación. Tanto escribí en ellas, tantas libretas de estas forré, e incluso, puede que alguna de ellas aún quede con vida por allá por mi casa con poemas, o simplemente apuntes de clases.
Los radios cubanos, las planchas rusas, los vasos o jarros hechos con latas de conservas rusas, las latitas de especias, las cajetillas de cigarro, las que nunca fumé, pero que sí debí vender por allá por los 90 para subsistir en mis tiempos de estudiante universitario.
Como éste es un espacio para el recuerdo, les dejo estas imágenes con la esperanza de que al verlas, más de uno sienta tocados sus corazones.
También sé que algunos no querrán acordarse ya de nada de esto, en ese caso, les pido disculpas, pues de todo hay la viña del Señor.

TADEO

lunes, 1 de septiembre de 2008

EL LIBRO DE LECTURA DE SEXTO GRADO


EL LIBRO DE LECTURA DE SEXTO GRADO

Nunca he sido un gran lector. Siempre digo lo mismo, aunque casi nadie me cree. La mayoría de la gente que me conoce, supone que soy uno de esos que se pasa la vida saltando de un libro a otro. Pues no, no soy de esos. Me he dedicado a vivir más en mi vida real que en la vida de los libros.

Es cierto que he leído unas cuantas docenas de libros, pero casi todas, han sido lecturas obligatorias de estudiante. Cuando colgué los guantes de mi vida estudiantil, y colgué mi título de historiador en la pared de mi casa, mi nivel de lecturas decreció considerablemente. Incluso, debo decir que en los últimos 3 años, más que a leer, me he dedicado a escribir.

Nunca me ha atraído la literatura de ficción. No leo para entretenerme. Sólo leo esos libros que supongo dicen algo que yo deseo aprender, conocer.

Sin embargo, hace poco acabo de encontrarme con esta imagen, el libro de lecturas cubano de sexto grado, y se agolparon en mi mente muchísimos recuerdos.

Yo adoraba estos libros. Tengo en la mente aquella cuartilla con la que aprendí a leer en primer grado, el libro segundo de lectura, también del primer grado, y luego el resto de libros de lectura, hasta llegar a éste de la imagen, el libro de sexto grado. Pocos libros me acercaron tanto a la lectura como estos.

Recuerdo que los profesores no tenían que pedirme que leyera las lecturas correspondientes. Yo mismo, por decisión personal, lo hacía con gran placer. Creo que si estos libros de textos consiguieron esto en mí, que no me considero un gran lector, es porque en verdad, estaban muy bien hechos.

Aparecían en ellos, lecturas en prosa y poesía, de grandes maestros de las letras, en muchos casos, textos escritos especialmente para estos libros, todos, acordes a la edad de sus destinatarios. De esta manera consiguieron armar verdaderas joyas literarias con las que aprendimos a leer y nos acercamos al universo de la lectura millones y millones de cubanos.

¿Seguirán siendo estos, los libros de lectura que se usan hoy en día en Cuba? No lo sé, puede que se hayan roto ya, y no se hayan vuelto a editar. Tendré que averiguarlo. O a lo mejor alguno de mis lectores cubanos pasa por aquí y me saca de la duda.

TADEO

lunes, 25 de agosto de 2008

TRINIDAD DE CUBA, EL ESCENARIO PERFECTO


TRINIDAD DE CUBA, EL ESCENARIO PERFECTO

En Trinidad de Cuba, nunca han faltado las filmaciones cinematográficas y de otro tipo. Los vecinos de esta ciudad hemos disfrutado o sufrido, (según se mire) la filmación de telenovelas, de spots publicitarios, de vídeo clips, y de largometrajes, tanto cubanos como extranjeros.

Vienen a mi memoria ahora mismo la filmación de una telenovela llamada Azul índigo. También me acuerdo de la telenovela Sol de Batey, de la extraña película que hizo Silvio Rodríguez, que era como una sucesión de vídeo clips de sus canciones. También vi filmar allí la película Gringo Viejo, e incluso, la película cubana Lucía. Estos, entre muchos otros títulos, son los que vienen a mi mente ahora mismo, pero seguramente se filmaron allí muchas más cosas.

Recuerdo que una vez unos italianos vinieron a Cuba para hacer un spot publicitario para una marca de caramelos. Recuerdo que dieron trabajo a numerosos extras, y muchos trinitarios se alistaron en esa empresa. Por lo general eran muy bien pagados estos trabajos. Alguna vez vi mi centro de trabajo casi vacío, porque muchos de mis compañeros se habían ido a trabajar en las filmaciones, pues en ellas ganaban mucho más que trabajando en sus puestos de trabajo habituales, aparte de que esas participaciones, de algún modo los inmortalizaban.

Un amigo me contó una vez sobre su participación en el filme Gringo Viejo. Me decía que aparte de la experiencia de participar en la filmación de tan interesante filme, tuvo la oportunidad de hacerle una foto a la hermosa Ana Belén, la cantante y actriz española.

También recuerdo que estando yo en la torre del museo municipal de Trinidad, también conocido como museo de historia, me mandaron a avisar desde el palacio de Brunet, que abandonara la torre, pues estaban filmando allí un serie de época, y salíamos nosotros a lo lejos.

TADEO

martes, 29 de julio de 2008

JULIO HERNÁNDEZ


JULIO HERNÁNDEZ

Ayer, después de 11 años, volvimos a vernos Julio Hernández y yo. Julio Hernández es uno de los cantautores que conforma la generación de músicos cubanos nacidos bajo el ala de músicos como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Santiago Feliú, Noel Nicola, Carlos Varela o Frank Delgado entre otros.

No sabría decir a ciencia cierta en qué momento exacto surgió nuestra amistad y nuestra relación. Tropecé con él mil veces en los escenarios más diversos, como por ejemplo, en la Casa del Joven Creador, allá en la Quinta de los Molinos, en las diferentes facultades de la Universidad de la Habana, en las peñas de las Residencias Estudiantiles de la ya citada institución académica, y en otras instituciones culturales de la ciudad como bibliotecas, museos, galerías de arte, teatros, etc.

Alguna vez incluso, creo que compartimos escenario, en las peña cultural "Apeiron" de la facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de la Habana, donde yo estudié durante los años 1992 a 1996. También nos vimos más de una vez en la peña cultural que mensualmente se realizaba en la residencia estudiantil de F y Tercera en el Vedado, creo que en el piso 7 ¿Puede ser?

Junto a otros trovadores como Fernando Bécquer, Aldo Antonio García y David Sirgado, Inti Santana, entre otros muchos, escuché a Julio Hernández con su manera tan peculiar de hacer música, caracterizada por la fusión de los diferentes ritmos cubanos como el son, la guaracha, el montuno, etc, con lo cual acompañaba su chispeante versar.
Por aquellos años 90 en Cuba, trovadores y poetas nos dábamos la mano y alternábamos nuestras actuaciones en los mismos escenarios. No es raro entonces, que tuviera amistad con todos estos amigos cantautores de edad similar a la mía.

Otro hecho que fortaleció aún más mi amistad con Julio, fue su noviazgo con Maylén Domínguez Mondeja , una amiga íntima, y correligionaria del verso, quien es hoy una poetisa de primera línea en nuestro país.
En 1995 Julio se marchó de la isla y se convirtió en un número de teléfono más en mi agenda, un número de teléfono que nunca me sirvió para mantener viva nuestra amistad. Durante mi primera visita a España, en 1998, intenté localizarlo para vernos de este lado del mundo, pero nadie levantó el teléfono.

La última vez que nos vimos, estábamos en la Habana en 1997. Julio cantaba en el teatro que está a un costado del cine YARA, y cuando terminó el concierto, nos fuimos todos juntos a festejar y a compartir con los amigos. Nos metimos todos en un amplio apartamento del Vedado, propiedad de los padres de una amiga nuestra. Recuerdo que allí coincidimos, entre otros, con Raúl Torres y otros amigos de la farándula habanera de aquellos años.

Han pasado 11 años desde entonces. Hace poco encontré por casualidad en la red el blog de Julio, y gracias a eso, pudimos contactar nuevamente y cuadrar para vernos como lo hicimos ayer, en Bilbao.
Fue un encuentro hermoso. Tuvimos tiempo para comer juntos, para pasear, hacernos fotos, y rememorar aquellos tiempos pasados en los que vivíamos como los reyes de una isla que aún sigue intacta en nuestra memoria como uno más de nuestros tesoros, tal vez , el más valioso.

Nos juntamos, además de mi mujer y mi hija, las buenas amigas Oihana Barato y Mentxu Sendino, quienes son las responsables del proyecto KUBART, desde el cual, se encargan de promocionar la carrera musical de Julio Hernández y de otros músicos cubanos residentes en España. De dicho encuentro les dejo estas fotos para que se hagan una idea de lo viejos que nos estamos poniendo y de lo bien que la pasamos.

TADEO