martes, 9 de marzo de 2010

UN PASO AL FRENTE


UN PASO AL FRENTE

Malos tiempos estos que corren calle abajo por el mundo. Se nos cae a pedazos este grano de polvo atormentando en el universo que es la tierra, nuestra casa grande o pequeñita, según se mire.
Ante las desgracias de Haití, de Chile, de Turquía, ante las inundaciones que han sufrido diferentes países europeos, Cuba ha dado, como siempre un paso al frente con las recientes inundaciones de La Habana.
Parece que como ya le tocó a la isla sufrir de lo lindo en 2008 con sus tres huracanes. Esta vez en la repartición no nos ha tocado tanto, al menos, de momento, que ya sabemos cómo somos los cubanos para acercarnos al epicentro de la historia.
Solidarios con todos los pueblos del mundo, aunque estemos con el agua al cuello. Siempre ha sido así y será, porque algún mágico misterio nos hace buenos de corazón y nos hace imprescindibles para entender la historia de este planeta.
TADEO

martes, 12 de enero de 2010

TE SOLTÉ LA RIENDA


TE SOLTÉ LA RIENDA


Cuando decidí echar a andar este blog, pensé que mis recuerdos sobre Cuba serían los suficientes como para no pasar trabajo a la hora de redactar sus post. Un par de años después siento a la isla como a esa caballo blanco de la canción del mexicano José Alfredo Jiménez al que le soltó la rienda.

Ya sé que la canción no es más que una metáfora, ya sé que es una historia de amor, pero esta no deja de serlo. Cuba es como una mujer, una que siempre va a estar ahí del otro lado del mar. Una novia que espera, como hubiera dicho tal vez Martí, una novia que espera acaso inutilmente.

Cuba empieza a estar lejos después de 10 años ausente. Ni siquiera volver me ha hecho reencontrarme con aquel que era yo subido a los camellos de la Habana, o leyendo mis poemas en las casas de cultura, o en las diferentes universidades donde estudié, o jugando a la pelota con los amigos del barrio.

¿Dónde estará ese que fui? ¿Y qué puedo hacer para encontrarlo? ¿Acaso tengo deseos de encontrarme? ¿Acaso es necesario? No lo sé. Tal vez no tenga sentido ese tipo de búsqueda.


Una tarde, regresaba de Francia por carretera, y al ver el letrero que decía: “Bienvenidos al País Vasco", sentí un alivio dentro y pensé: “Estoy en casa”. Un segundo después la preocupación se reflejó en mi rostro. ¿Qué me está pasando?, me dije. No quise darle más vueltas al asunto. Pero la preocupación aún sigue dentro de mí como un pájaro carroñero.


Allá en la isla, resulta que mi acento ya no es el de un cubano. La vida sigue, pero no encuentras el espacio vacío que creíste que ibas a dejar para siempre. No has necesitado fallecer para comprender cómo la vida sigue aunque tú hayas dado la media vuelta para irte con el sol cuando muere la tarde.


¿Dónde está aquella Cuba que perdí? ¿Dónde estoy yo, que en mi propia isla no me encuentro? Como el forastero que busca a Roma en Roma, como diría Quevedo, yo también encuentro, para mi sorpresa, que apenas lo fugitivo permanece y dura.


He puesto la canción de José Alfredo Jiménez para sentirme aún más encadenado a estas palabras, y bueno, esas cosas del destino, el músico ha dicho algo que me ha hecho reír para mis adentros: ¿Será que se me acabó la fuerza de mi mano izquierda?

TADEO

viernes, 25 de septiembre de 2009

TRAS LOS PASOS DE YUDIT


TRAS LOS PASOS DE YUDIT

Cuando empecé a visitar las galerías de artes de mi ciudad natal, Trinidad de Cuba, siempre me ocurría lo mismo. Me encontraba a un grupo de personas agrupadas en torno a los cuadros de una joven pintora desconocida para mí. Al indagar sobre ella me decía que se llamaba Yudit y que estaba considerada entre las mejores pintoras de la ciudad, que era estudiante de la escuela de arte de allí, etc, etc.
Lo cierto es que ella y yo nunca llegamos a conocernos. Seguramente alguna vez nos tropezamos, pero nunca nadie nos presentó ni tuve yo la suerte de tener la posibilidad de hablarle. De haberlo hecho, seguramente le habría hecho públicos mis respetos y mi gran admiración por su obra, la cual tiene la peculiaridad de no dejar indiferentes a nadie.
Su obra, aún sin dejar de ser figurativa, mira hacia el interior de su ser. Allí encontramos todo un universo mágico, repleto de fabulaciones y de personajes que las protagonizan. Seres que de seguro, serán la propia Yudit transfigurada y elevada a una expresión desconodida para nuestros ojos, y de la cual, tan sólo ella misma y sus impresionantes cuadros podrían darnos alguna clave.
La pasada navidad estuve por su residencia en Trinidad de Cuba y no me la pude encontrar. Andaba de viaje por la ciudad de las luces, regando por allí su propia luz, y la luz de la isla luminosa que nos parió.
Felicia Borrell, mi prima querida, me la encontré allí fungiendo como albacea de su obra y principal difusora de la misma. Hablamos largo y tendido de su talentosa compañera ausente, me mostró muchas de sus obras recientes y otras que andan hoy por medio mundo y que sólo podemos ver en su extenso catálogo. También pude leer diferentes artículos en revistas especializadas en arte cubano, los cuales se encargan de hacer más visible, si se quiere, la obra de la talentosa artista.

Mi encuentro con Yudit quedó pendiente para una próxima visita mía a la isla, o quién sabe si se me adelante ella y podamos encontrarnos por estas tierras de la madre patria. Quede aquí constancia de mi admiración por su meritorio quehacer.
Para los que no conozcan a Yudit Vidal Faife, aquí les dejo su currículum vitae y ya me darán sus opiniones al respecto. También, si lo desean, podrían contactar con ella para expresarle vuestras opiniones, sugerencias, críticas, puntos de vista, y también, como no, en caso de que se sientan tentados a adquirir algunos de sus trabajos. Su correo electrónico es el siguiente: felicia@htdad.ssp.sld.cu

Casa de la artista
Calle Pedro Zerquera #312 e/ Fco. Javier Zerquera y Simón Bolívar. Trinidad. S.S. Cuba
Tfno.: 0053- 41- 99 4706

Galería Taller de la artista
Calle Simón Bolívar # 411 e/ Gustavo Izquierdo y Panchito Gómez Toro. Trinidad. S.S. Cuba
Tfno.: 0053- 41- 99 3007

TADEO


YUDIT VIDAL FAIFE CURRICULUM VITAE

Graduada de la escuela Profesional de Artes Plásticas, Oscar fernández Morera en el año 1998.
Realiza 2 años de servicio social en el Equipo de Restauración de Patrimonio de Trinidad en los años 1999 y 2000. Comienza a laborar como conservadora del Museo de Arqueología Guamuhaya a partir del año 2001.

Diplomas- Certificados- Menciones y lauros obtenidos

· 29 de Julio de 1999
XII Fórum de Ciencia y Técnica. Categoría de Destacado. Trinidad.

· 5 de Julio del 2000
XIII Fórum de ciencia y Técnica. Mención. Trinidad.

· 31 de Octubre de 2002
25 Aniversario de la ANIR. Diploma de Reconocimiento por haber sido Destacada Provincial. Trinidad.

· 14 de Febrero del 2003
Jornada Científica Estudiantil “El Joven Restaurador”. Diploma de Reconocimiento por haber obtenido el Tercer lugar Dado en el ISA, La Habana.

· 28 de Marzo de 2003
Encuentro Municipal Expo ANIR. Certificado de Mención. Trinidad.

· Junio 2003.
XV Fórum de la Cultura Trinitaria. Destacado.

· Septiembre 2004.
Evento Municipal del fórum. Categoría de Relevante. Trinidad.

· Octubre 2004
XV Fórum de Ciencia y técnica de la ANIR. Categoría de relevante. Trinidad, Sancti Spíritus.

· 2004
Vanguardia Provincial de La ANIR. Sancti Spíritus.

· Diciembre 2004
VI Evento Provincial “Cultura y Desarrollo” Destacado. Sancti Spíritus.

· Enero 2005
XVII Coloquio de la Cultura Trinitaria. Diploma por haber obtenido: Tercer Lugar y Mención especial por Institución respectivamente.

· 2005
Vanguardia Nacional de la ANIR. Trinidad.

· Octubre. 2005
Condición Nacional “Distinción 8 de Octubre”. La Habana-Trinidad.

· Enero 2008
XX Coloquio de la Cultura Trinitaria. Primer Lugar. Trinidad.

· Febrero 2008
Jornada Científica Estudiantil. Primer lugar. ISA-CENCREM. La Habana.

Asesoramientos impartidos

· Año 2002 Taller opcional: “Técnicas a la plumilla” para alumnos de tercer año. Impartido en la escuela de artes “Oscar Fdez. Morera” de Trinidad.

· Agosto del 2002 Taller de Creación Plástica: “Técnicas de Dibujo” para niños de 12 años. Museo de Arqueología “Guamuhaya”.

· Año 2001-2002 Taller de Teatro Infantil: “Manejo y actuación de títeres” para niños de 10 a 12 años de distintas escuelas primarias del municipio.

· Enero del 2001 Jurado del concurso: “Pintemos a Martí” auspiciado por Cultura Municipal. en saludo a la Jornada Martiana.

· Año 2000-2004 Trabajo comunitario en la zona de la Popa, de Trinidad, así como en el proyecto de atención rural en las afueras de la ciudad (Puesta en escena de las obras montadas con los niños)

· Junio del 2000 Curso- Taller de Papier - maché para trabajadoras del Museo de Arqueología, Trinidad.

· Año 2000-2004 Adaptación, guión, diseños y dirección de las obras puestas en escena de títeres para niños del Proyecto Comunitario “Teatro- Móvil- Guiñol”

Cursos y talleres de superación

· 1997
Curso “Culturas Arqueológicas de Cuba” Museo de Arqueología “Guamuhaya.” Trinidad

· 12 de Noviembre de 1999
Curso de “Reintegración en Pintura de Caballete” La Habana, Cuba.

· Diciembre del 2000
Curso de “Cultura e Identidad” Auspiciado por el Centro Provincial de Superación para la Cultura en Sancti Spíritus. Trinidad.

· 22 de Junio del 2001
Curso de “Conservación Preventiva en Clima Tropical” La Habana, Cuba.

· Año 2001
Taller “Cuatro Estaciones en Trinidad” auspiciado por La Oficina del Conservador de la Ciudad, impartido por distintos creadores de la plástica nacional.

· 2001
Segundo Nivel de Inglés por suficiencia. Impartido en la Escuela de Hotelería y turismo de Trinidad.

· Diciembre 2001
II Taller de Arqueología Centro Sur de Cuba. Museo de Arqueología “Guamuhaya”.

· 2002
Introducción a Windows y Word. Impartido en la Escuela de Hotelería y turismo de Trinidad.

· Octubre 2003
Curso “La cerámica en la Arqueología histórica” Auspiciado por el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Museo de Arqueología “Guamuhaya”. Trinidad.

· Noviembre 2003
III Taller de Arqueología Centro Sur de Cuba. Museo de Arqueología “Guamuhaya”.

· Taller Científico sobre Protección y Conservación del Patrimonio en saludo al XXV Aniversario del Museo de Arquitectura. Trinidad. Noviembre 2004.

· Noviembre 2006
II Taller de Patrimonio Cultural Cubano. Auspiciado por la Oficina del Conservador de la Ciudad y el Museo de Arquitectura. Trinidad.

· Año 2006
Taller de restauración de marquillas de tabaco. La Habana.

· Año 2007
Taller de restauración de muebles de estilo. CENCREM. La Habana.

· Año 2007
Taller de restauración de pintura de caballete. CENCREM. La Habana.

· Noviembre 2007
VIII Taller de Arqueología “Centro Sur”. Museo de Arqueología ¨Guamuhaya¨. Trinidad.

· Noviembre 2007
XII Taller de Historia local. Museo Municipal de Trinidad.

· Noviembre 2007
Curso de Agentes biológicos. Unidad Docente de Ciencias médicas “Elena E. Fernández.” Trinidad.

· Marzo- Abril 2007
Curso de Elementos de Informática básica – Sistemas Operativos. Unidad Docente de Ciencias médicas “Elena E. Fernández.” Trinidad.

· Julio 2008
Titulada de: Licenciada en Artes Plásticas, perfil “Conservación y restauración de bienes muebles” Instituto Superior de Arte. La Habana. Cuba.








viernes, 18 de septiembre de 2009

MI VIDA SOBRE RUEDAS


MI VIDA SOBRE RUEDAS

Cuando parecía que el combustible se convertiría en Cuba en una sustancia museable, se pusieron de moda las bicicletas. Yo nunca tuve una, y pensaba que mi destino jamás me llevaría a poseerlas, pues las consideraba, por allá por mi niñez y mi adolescencia, un artículo de lujo, acostumbrado como estaba a las escaseces y a cooperar con la economía doméstica, procurando no gastar y procurando no pedir dinero.

Algunos amigos que me vienen ahora a la memoria, se pusieron a vender aguacates en una esquina, o a pedirles a los turistas, pero yo era incapaz de nada de eso. Si alguien no nació con sangre de comerciante o de mendigo, ese era yo.

Sin embargo, el destino que puso a la isla grande sobre las dos ruedas de una bici, era tan poderoso que un buen día, como si de un virus se tratara, me cogió a mí también. Todos tenían la suya, y a mí me tocaba, así que no podía negarme, sobre todo mirando que no tendría otra cosa en qué moverme por la ciudad.

Por aquel entonces estudiaba en la Universidad de la Habana. Para los que no lo sepan, la Universidad tiene diversos inmuebles distribuidos por la ciudad, de los cuales, el más emblemático y conocido es la Colina Universitaria, donde se estudian algunas carreras como Licenciatura en Matemáticas, Licenciatura en Física, Derecho, Filosofía, Sociología, Ciencias Farmacéuticas, Historia, entre otras.

Esta última, era mi carrera y por tanto, debía trasladarme a diario, desde la residencia estudiantil, que se encontraba en el municipio de Habana del Este, hasta el barrio del Vedado, donde se encuentra enclavada la Colina Universitaria. Estamos hablando de un recorrido de unos 12 kilómetros, los cuales no podía recorrer a pie, al menos si quería llegar en tiempo y forma a las clases.

Como el transporte urbano estaba cada vez más precario, y como en la universidad darían por sentado que al habernos dado bicicletas a todos, no teníamos excusas para faltar a nuestra obligación principal: el estudio, me vi encerrado en la trampa de ir a buscar con mis compañeros aquel vehículo de dos ruedas al punto de recogida, ubicado a unos 5 kilómetros de la Universidad.

Llegamos en autobús, y luego de dar nuestros nombres, aquellos señores pusieron en nuestras manos lo que sería desde ese instante, nuestro mecanismo de locomoción. Todos llenaban las ruedas de aire y salían felices y contentos, pero yo no. Nunca aprendí a montar en bicicleta, o no había aprendido nunca en condiciones.

Se imaginarán que llegar a la Universidad fue una verdadera odisea. Llegué montado sobre ella, cierto, pero no me atropellaron por el camino por puro milagro, o tal vez por el poco tráfico que había en las calles de la Habana debido, claro está, a la falta de combustible.

Como si tener que aprender a montar en bici de aquella manera tan precipitada, sacando tiempo de mis horas de estudio y ocio, no hubiera sido para mí ya un problema bastante grande, me encontré con el problema adicional de que en Cuba los chicos con novia, llevaban a sus parejas a la Universidad sentadas en la parrilla de la misma.

Yo, que apenas me sostenía sobre la bici, era incapaz de llevar a mi novia a ninguna parte. La primera vez, ella, que sí sabía montar, me llevó a mí hasta la universidad, pero me dejó claro que tendría que aprender a montar en bici cuanto antes, porque ella no me iba a llevar más, pues estábamos siendo el hazmerreir de todo el mundo allí.

Ese fin de semana, aprovechando que mi novia no estaba, me puse a montar por el barrio, y hasta me atreví a irme a la playa, la cual se encontraba a unos 5 kilómetros de allí. Debo tener muchos angelitos en el cielo, porque aquello parecía un acto suicida. No controlaba nada la bici, y varias veces estuve a punto de estrellarme contra una señal de tráfico, o contra otro bicicletero. Alguno me increpó por mi falta de habilidad al volante.

A mi novia nunca la pude llevar a la universidad en la parrilla. Tal vez aquel fue uno más de los motivos que nos alejaron para siempre. Una chica no quiere como pareja a un chico del que se burlan por no haber aprendido nunca a montar en bici. Y por eso, y por todo lo demás, mi relación empezó a tambalearse tanto como yo sobre mi bici cuando se me ocurría pedalear sobre ella.

Alguna vez me aventuré a llegar hasta la universidad, pero llegaba tan nervioso y tan asustando después de jugar a la ruleta rusa en aquel suicidio sobre ruedas, que decidí no hacerlo más. Preferí aventurarme con el transporte local, que era una opción casi tan suicida como la otra, pero un poquito menos.

Allí estaba varada mi bicicleta china en el apartamento de la residencia estudiantil. Para colmo, tenía que vigilarla porque me la podían robar. Los robos de bicis estaban a la orden del día, y como eran todas iguales, encontrar la tuya, podía ser tan complicado como hallar una aguja en un pajar. Finalmente decidimos mi novia y yo, llevarla para casa de mi suegro. En el garaje de él estaría mejor que en la residencia estudiantil.

Pasaron, más o menos, dos meses, y un buen día, desayunando en aquella casa del padre de ella, la abuela que estaba allí atendiéndonos, me hizo saber que mi suegro estaba muy apenado conmigo y que había algo que no se atrevía a decirme, así que ella me lo iba a comunicar de una vez.

Me quedé en tensión esperando la noticia y por fin dijo la anciana:

“Tu bicicleta se la han robado del garaje. Unos ladrones han entrado y se la han llevado”.

Yo respiré aliviado y sólo le respondí: “Por favor, ¿puede acercarme la mantequilla?

TADEO

martes, 14 de julio de 2009

ORISHAS

ORISHAS

Mientras escribo estas palabras he buscado en la red unos vídeos del grupo cubano Orishas. De esta manera me impregno de esa sonoridad tan de ellos y a la vez, tan cubana, y pongo en blanco y negro las sensaciones que sentí hace cuatro noches en la plaza del pueblo de Barakaldo, Vizcaya, País Vasco, y para los que sigan sin enterarse, España.

Como vivo cerca de allí, desde la ventana de casa escuché los primeros sonidos. Entonces tomé la decisión de bajar a ver qué pasaba, y allí me encontré a aquellos tres chicos destilando cubanía por los cuatro costados.

Tengo que reconocer que no es el tipo de música que más me gusta, pero todo lo que viene de mi país me interesa. Además, quería saber cómo el público vasco recibía a estos artistas isleños.

Hacía mucho tiempo que no estaba en un concierto. De hecho, meterme entre la gente me costó un poco de trabajo. Había bastantes personas y el público interactuaba con los artistas de un modo bastante bueno.

La juventud de este país cantaba y bailaba emocionada y divertida. Se lo estaban pasando bien, y yo estaba mirando con curiosidad a toda aquella muchachada bebiendo sus alcoholes mezclados con coca cola y otros refrescos espumosos. Algunos olían también a “yerba”.

Curiosamente, a pesar de ser yo el cubano, parecía de Orishas, el más distante. Ellos coreaban las canciones en perfecta jerga habanera, y yo sin poder decir nada porque no me he aprendido las canciones. Los veía decir esas palabras tan mías, tan nuestras, y me preguntaba si verdaderamente ellos sabrían el significado de las mismas. Supongo que en muchos casos no lo sabrían. Tampoco importaba.

Las chicas como siempre, aman a los artistas, y nuestros tres cubanitos estaban muy solicitados. Eso me gustó. Me ayuda a pensar que los cubanos tenemos buena aceptación aquí en la madre patria. Ya sé que pensar esto es una tontería y una subjetividad de mi parte, pero a veces vale la pena alimentar tales pensamientos.

Luego del concierto, conversé con algunos cubanos conocidos y me presentaron a algunos que no conocía. Se respiraba un ambiente muy cálido. Creo que el resto de compatriotas, tanto como yo, estaban allí para arrebatar algo que los de aquí no eran capaces de percibir, y que nada tenía que ver con ser fans o no de aquellos raperos o hiphoperos cubanos, se trataba simplemente de respirar a través de ellos un pedazo del espíritu de la isla.

TADEO

domingo, 5 de julio de 2009

LA CUEVA


LA CUEVA

Navegando por la red me he encontrado una entrada dedicada a los variados usos que se le puede dar a una cueva, y claro está, ahí apareció nuestra famosa cueva trinitaria de Carlos Ayala.

La cueva de Carlos Ayala es famosa por albergar en sus entrañas una discoteca, la más cara y exótica de la ciudad de Trinidad de Cuba y seguramente una de las más curiosas de toda la isla.

Los trinitarios decimos: “La Cueva”, para referirnos a ella, aunque también se le puede escuchar al pueblerino decir “Las Cuevas”, pero en este caso se estará refiriendo al famoso motel que se encuentra en la parte más alta de la ciudad, y que como su nombre avisa, también tiene una cueva, que hoy no es discoteca, pero que en su día lo fue.

Entre las dos cuevas, se lleva la palma la que se encuentra en los predios del motel. Nadie puede imaginar que en ese sitio es posible disfrutar de un espectáculo natural de tal magnitud y belleza. Pues sí, allí escondida, tanto que apenas te encuentras en la red fotos de ella, se encuentra esta cueva, que más que cueva, parece un palacio. Es un sitio que asombra por lo espacioso, sin dejar de mencionar las formaciones geológicas también de gran belleza.

En una de sus galerías más hermosas, el visitante se tropieza con un piso de lozas muy bien pulido. Allí estaba la discoteca primigenia, la primera que se echó a andar en Trinidad y que se paró porque alguien se dio cuenta de que aquel ruido terminaría destruyendo la cueva.

En el caso de la cueva de Carlos Ayala, al parecer, tiene la peculiaridad de ser un recinto más pequeño y que tiene un orificio en el techo que garantiza que los ruidos de la música salgan al exterior.

En ambas cuevas estuve bailando yo. En la del motel, siento aún muy pequeño, en aquellos tiempos en que los cubanos podíamos entrar libremente a los hoteles. En la de Carlos Ayala, ya de adulto. Me acuerdo perfectamente de la sensación tan rara que experimenta uno cuando el alcohol empieza a subirte a la cabeza y te sientes enclaustrado en la morada del hombre primitivo. Desde luego que es una experiencia diferente a lo que se puede experimentar en cualquier otra discoteca.

La Cueva de Carlos Ayala debe su nombre, según dicen, a que un señor llamado así, en su día, cometió un crimen y se escondió en dicha cueva para escapar de la justicia. Se decía que de noche se le veía salir de su escondite y aterrorizar sobre todo a las mujeres de la zona. Puede que sólo sean habladurías, típicas de los pueblos como el mío.

Lo cierto es que se dice que toda la ciudad de Trinidad de Cuba se encuentra construida sobre un complejo sistema de túneles naturales que salen al mar. Siempre, cuando desaparecía un niño en la ciudad, se comentaba que podía haberse perdido en ese laberinto de cuevas. Alguna vez, yo mismo estuve en la entrada del laberinto. Me refiero a esa otra entrada, cerca de la zona donde están las otras dos cuevas mencionadas, pero por otro lugar. No me atreví a dar un paso, pero me bastó con poner mis pies de niño curioso en aquel lugar tan mítico y legendario.

Más nunca anduve por allí. Mis recuerdos de todo aquello es muy borroso, pero si algún día vas a Trinidad de Cuba, no dejes de preguntar por estas cuevas. A lo mejor te ves envuelto en una fascinante aventura subterránea.

TADEO

lunes, 8 de junio de 2009

EL BAHÍA


EL BAHÍA

Cuando llegué a La Habana dispuesto a hacer vida universitaria, iba con la idea de que me enviarían a la residencia estudiantil de 12 y Malecón. Eso me habían dicho en mi Trinidad natal, e incluso, había planificado encuentros con amigos que también esperaban ser albergados en la tan famosa residencia estudiantil del barrio de El Vedado.

Pues no señor. Al llegar a la Universidad y hacer la matrícula, me informaron que mi residencia estudiantil era nueva y que se encontraba en la Habana del Este. Se llamaba “Bahía”, por encontrarse enclavada en el barrio del mismo nombre. Pues allá me fui. Me dieron mi apartamento y pasé en aquel lugar 5 años de mi vida, los mismos que demoré en sacarme el título de Licenciado en Historia.

Hace poco encontré en la red esta foto y mirarla me trajo un montón de recuerdos, un montón de anécdotas y volvieron a mi mente muchísimos rostros de compañeros y amigos, de trabajadores de la residencia estudiantil y hasta de vecinos que andaban por allí sin tener nada que ver con la institución.

La residencia Estudiantil estaba formada por dos edificios paralelos con una nave central dividida en dos partes. Una de ellas era el comedor, y la otra, era la sala de televisión y de juegos. No es que fuera una maravilla en cuanto a condiciones materiales, pero no nos podíamos quejar.

El hecho de no ser tantos estudiantes, facilitaba las relaciones humanas. Éramos como una gran familia, a pesar de que convivíamos allí los estudiantes de dos facultades bastante diferentes entre sí: la facultad de Filosofía, Historia y Sociología, y la facultad de Lenguas Extranjeras.

En la residencia estudiantil de Bahía viví entre los años 1992 y 1996. Sus muros fueron mi refugio durante esos años más crudos del Período Especial. En sus mesas vi desaparecer paulatinamente los alimentos, al punto de llegar a tener alguna vez como menú, sólo arroz blanco. Recuerdo que en esos tiempos nos aficionamos a pedirle a los africanos y árabes, sus salsas picantes para que el arroz blanco supiera a algo.

Tal vez la desventaja mayor que tenía la beca de Bahía, era la distancia que se necesitaba recorrer para llegar a la Universidad de la Habana. En esos años en los que el transporte se convirtió en un infierno en la Habana, nosotros los estudiantes, teníamos que levantarnos bien temprano para poder llegar a tiempo a clases.

A veces llegabas sudado y apretujado en esos camellos que pasaban por La Habana del Este procedentes de Alamar, a veces tenías la suerte de conseguir atrapar alguna guagua de las que nacían allí mismo, y a veces alcanzabas montarte en alguna de las rutas procedentes del municipio de Guanabacoa.

En esos años yo probé todas las combinaciones posibles para llegar a la Universidad. Había veces en que no conseguía que las guaguas me llevaran hasta la misma universidad, y me tocaba caminar desde la Habana Vieja o desde Centro Habana hasta llegar a la colina universitaria. Luego, para regresar era la misma odisea.

Algunos años más tarde, la Universidad consiguió una flotilla de autobuses donados de no sé donde, y nuestro calvario cesó. Eso sí, no debería dejar de mencionar que antes de que llegaran las guaguas de donación, nos repartieron bicicletas a todos los estudiantes. Yo, que nunca había tenia una bicicleta en mi vida, tuve que ponerme a aprender a montarla, y creo que me aventuré un par de veces a llegar a la Universidad usando aquel medio de locomoción. Era divertido, pero un poco loco. Un mes más tarde, ya me habían robado la bicicleta, pero creo que fue lo mejor, porque mi vida corría peligro cada vez que cogía en las dos ruedas la avenida Monumental rumbo al túnel de la Bahía.

En la residencia estudiantil me pasó lo que a muchos: aprendí a compartir la cama con mi pareja. Fueron 5 años de dormir en apenas 30 cm de litera. Cada movimiento de tu pareja, te despertaba, a no ser que el cansancio fuera tanto que ya ni eso.

Volvimos a disfrutar de la experiencia de compartir con personas venidas de todo el país, y también de otros países. Aprendimos a sobrevivir y a adaptarnos a las condiciones de la Cuba de entonces y de todo eso salió esto que somos, unos seres singulares y con dotes especiales para relacionarnos con el prójimo en las más variadas situaciones. También construimos amistades para toda la vida.

Algunos como yo, ya no animamos con nuestra presencia la vida de la isla, pero todos, estemos donde estemos, seguimos guardando en nuestros corazones el recuerdo de los 5 años que compartimos como una gran familia y nos seguimos emocionando al ver estas imágenes, y nos seguimos buscando porque sabemos que en algún lugar del mundo tenemos personas que nos quieren y nos recuerdan con cariño, personas que a nuestro lado compartieron algo más que cama y mesa, y penurias y apagones, y alegrías y fiestas y tristezas y amores y viajes, y estudio, y en fin, la vida de universitario con todo lo que ella conlleva.

La última vez que pasé por la residencia estudiantil de la Universidad los trabajadores me recibieron con alegría y me invitaron a almorzar allí como si de uno más se tratara. Y los amigos que aún seguían allí, de cursos inferiores, me decían que siempre que visitara la Habana, en caso de no tener donde dormir, allí siempre iba a encontrar una cama y un plato de comida a mi disposición. Nunca dudé de ello.
TADEO