viernes, 18 de septiembre de 2009

MI VIDA SOBRE RUEDAS


MI VIDA SOBRE RUEDAS

Cuando parecía que el combustible se convertiría en Cuba en una sustancia museable, se pusieron de moda las bicicletas. Yo nunca tuve una, y pensaba que mi destino jamás me llevaría a poseerlas, pues las consideraba, por allá por mi niñez y mi adolescencia, un artículo de lujo, acostumbrado como estaba a las escaseces y a cooperar con la economía doméstica, procurando no gastar y procurando no pedir dinero.

Algunos amigos que me vienen ahora a la memoria, se pusieron a vender aguacates en una esquina, o a pedirles a los turistas, pero yo era incapaz de nada de eso. Si alguien no nació con sangre de comerciante o de mendigo, ese era yo.

Sin embargo, el destino que puso a la isla grande sobre las dos ruedas de una bici, era tan poderoso que un buen día, como si de un virus se tratara, me cogió a mí también. Todos tenían la suya, y a mí me tocaba, así que no podía negarme, sobre todo mirando que no tendría otra cosa en qué moverme por la ciudad.

Por aquel entonces estudiaba en la Universidad de la Habana. Para los que no lo sepan, la Universidad tiene diversos inmuebles distribuidos por la ciudad, de los cuales, el más emblemático y conocido es la Colina Universitaria, donde se estudian algunas carreras como Licenciatura en Matemáticas, Licenciatura en Física, Derecho, Filosofía, Sociología, Ciencias Farmacéuticas, Historia, entre otras.

Esta última, era mi carrera y por tanto, debía trasladarme a diario, desde la residencia estudiantil, que se encontraba en el municipio de Habana del Este, hasta el barrio del Vedado, donde se encuentra enclavada la Colina Universitaria. Estamos hablando de un recorrido de unos 12 kilómetros, los cuales no podía recorrer a pie, al menos si quería llegar en tiempo y forma a las clases.

Como el transporte urbano estaba cada vez más precario, y como en la universidad darían por sentado que al habernos dado bicicletas a todos, no teníamos excusas para faltar a nuestra obligación principal: el estudio, me vi encerrado en la trampa de ir a buscar con mis compañeros aquel vehículo de dos ruedas al punto de recogida, ubicado a unos 5 kilómetros de la Universidad.

Llegamos en autobús, y luego de dar nuestros nombres, aquellos señores pusieron en nuestras manos lo que sería desde ese instante, nuestro mecanismo de locomoción. Todos llenaban las ruedas de aire y salían felices y contentos, pero yo no. Nunca aprendí a montar en bicicleta, o no había aprendido nunca en condiciones.

Se imaginarán que llegar a la Universidad fue una verdadera odisea. Llegué montado sobre ella, cierto, pero no me atropellaron por el camino por puro milagro, o tal vez por el poco tráfico que había en las calles de la Habana debido, claro está, a la falta de combustible.

Como si tener que aprender a montar en bici de aquella manera tan precipitada, sacando tiempo de mis horas de estudio y ocio, no hubiera sido para mí ya un problema bastante grande, me encontré con el problema adicional de que en Cuba los chicos con novia, llevaban a sus parejas a la Universidad sentadas en la parrilla de la misma.

Yo, que apenas me sostenía sobre la bici, era incapaz de llevar a mi novia a ninguna parte. La primera vez, ella, que sí sabía montar, me llevó a mí hasta la universidad, pero me dejó claro que tendría que aprender a montar en bici cuanto antes, porque ella no me iba a llevar más, pues estábamos siendo el hazmerreir de todo el mundo allí.

Ese fin de semana, aprovechando que mi novia no estaba, me puse a montar por el barrio, y hasta me atreví a irme a la playa, la cual se encontraba a unos 5 kilómetros de allí. Debo tener muchos angelitos en el cielo, porque aquello parecía un acto suicida. No controlaba nada la bici, y varias veces estuve a punto de estrellarme contra una señal de tráfico, o contra otro bicicletero. Alguno me increpó por mi falta de habilidad al volante.

A mi novia nunca la pude llevar a la universidad en la parrilla. Tal vez aquel fue uno más de los motivos que nos alejaron para siempre. Una chica no quiere como pareja a un chico del que se burlan por no haber aprendido nunca a montar en bici. Y por eso, y por todo lo demás, mi relación empezó a tambalearse tanto como yo sobre mi bici cuando se me ocurría pedalear sobre ella.

Alguna vez me aventuré a llegar hasta la universidad, pero llegaba tan nervioso y tan asustando después de jugar a la ruleta rusa en aquel suicidio sobre ruedas, que decidí no hacerlo más. Preferí aventurarme con el transporte local, que era una opción casi tan suicida como la otra, pero un poquito menos.

Allí estaba varada mi bicicleta china en el apartamento de la residencia estudiantil. Para colmo, tenía que vigilarla porque me la podían robar. Los robos de bicis estaban a la orden del día, y como eran todas iguales, encontrar la tuya, podía ser tan complicado como hallar una aguja en un pajar. Finalmente decidimos mi novia y yo, llevarla para casa de mi suegro. En el garaje de él estaría mejor que en la residencia estudiantil.

Pasaron, más o menos, dos meses, y un buen día, desayunando en aquella casa del padre de ella, la abuela que estaba allí atendiéndonos, me hizo saber que mi suegro estaba muy apenado conmigo y que había algo que no se atrevía a decirme, así que ella me lo iba a comunicar de una vez.

Me quedé en tensión esperando la noticia y por fin dijo la anciana:

“Tu bicicleta se la han robado del garaje. Unos ladrones han entrado y se la han llevado”.

Yo respiré aliviado y sólo le respondí: “Por favor, ¿puede acercarme la mantequilla?

TADEO

10 comentarios:

Gregorio Omar Vainberg dijo...

José,Maravilloso tu relato,
he llegado hasta aqui de la mano de Codorniú, y continuaré paseando por tus recuerdos.

Yo, de chico, tampoco tenía bicicleta, pero usaba las de los chicos vecinos, cuando me la prestaban, despues , empecé a andar en la de mi viejo, luego compré una usada y bastante deteriorada, nada que con unos ajustes no se pueda solucionar.

Un abrazo desde este otro lado

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Gregorio:
Muchas gracias por tu comentario. Me alegra mucho que este relato te gustara. Mis blogs no son muy visitados, así que tu visita la recibo con mucho placer. Pasaré a leerte y devolverte la visita. Un abrazo:
Tadeo

TORO SALVAJE dijo...

Que descanso que la robaran.
Esa bicicleta era una condena.

Saludos.

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Toro Salvaje:
La pena fue que no la pude cambiar por un cerdo, cosa que allí se hacia mucho, jejeje. Un abrazo:
Tadeo

Roberto Santanmaría dijo...

En cierto modo tu relato-aventura sobre dos ruedas, me hizo recordar mis tres estancias
en La Abana. El Vedado, Marinao y El Casino, fueron tres de los apartados más frecuentados por mí en esas tres ocasiones.
En cuanto a la playa que mejores recuerdos me dejaron, fue una a unos ocho o diez Km. de La Habana que se llama “Brisas del mar”.

Un cordial saludo

Roberto

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Roberto.
Es un placer tenerte por mi blog leyendo y comentando. Sabes, no recuerdo esa playa de la Habana que me dices. Seguro que tiene otro nombre, aunque hayan puesto allí algo que dijera Brisas del Mar, pero seguramente la playa en cuestión, tiene otro nombre, lo que de seguro, menos comercial. Las playas de la Habana del Este, que es lo mismo que decir, las playas de la Habana, son: Guanabo, Tarará, Santa María del Mar, y bueno, alguna más que ahora no recuerdo, jejeje, pero por ese camino te vas a Matanzas, que es la provincia contigua. Un abrazo:
Tadeo

abus dijo...

Hola tadeo soy nueva en esto... te paso a comentar que vivo en argentina y llegue a tu blog por madio de otro. es muy lindo como hablas de tu pais natal tu isla como la llamas vos; con un grupo de compañeros de la UNLP (universidad nacional de la plata) estamos entablando un proyecto de intercambio cultural con cuba..me gustaria poder hablar contigo y comentarte nuestro proyecto,es muy lindo haberte encontrado.espero que puedas contactarte conmigo.. saludos
Agustina.

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Abus:
Tus palabras me han emocionado. Muchas gracias por escribirme y querer confiarme tu proyecto. Mi mail es josetapanes@hotmail.com
Ahi me tienes para lo que gustes. Besitos:
Tadeo

Ángela dijo...

Ha sido un placer disfrutar de tus aventuras ciclistas. Me imaginaba subida a la parrilla de esta bicicleta o portando a mi novio a la universidad.. ..que bueno¡¡ Esas cosas solo puedo imaginarlas. Besitos

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Ángela:
Muchas gracias por tus palabras. Besitos:
Tadeo