miércoles, 26 de marzo de 2008

TOPES DE COLLANTE










TOPES DE COLLANTE

Este verano decidimos pasarnos un día en un pequeño poblado intramontano llamado Topes de Collante, a 20 km de Trinidad de Cuba. Topes de Collante es un sitio muy bello, donde se puede disfrutar de la naturaleza cubana en estado puro.
Allí visitamos los predios de un campesino amigo de la familia. En medio de sus tierras, existe un bello paraje natural, con una cascada y un entorno envidiable. Nos la pasamos de maravilla en aquel entorno singular, comiendo frutas y bañándonos en el río.
Luego, disfrutamos de una cena suculenta cocinada por la esposa de aquel buen señor. Fue un día inolvidable.

TADEO

viernes, 21 de marzo de 2008

CIENFUEGOS











CIENFUEGOS

A Cienfuegos se le conoce como: “La perla del sur”. Esta ciudad es la capital de la provincia de igual nombre, es decir, de la provincia de Cienfuegos.
Para muchos, es la más hermosa de las tres capitales del centro de la isla de Cuba. A diferencia de las otras dos, Cienfuegos se encuentra a orillas del mar, y esa peculiaridad se convierte en su sello de distinción.
Este verano pasé por allí e hice unas cuantas fotos, de las cuales les dejo esta muestra.
TADEO

PALMIRA



PALMIRA

A Palmira le dicen el pueblo de las tres industrias, a saber: la raspadura, que es una especie de turrón que se hace con el guarapo de la caña, la putería, (sin comentarios) y la brujería.
Sobre todo por este último apartado, es famoso este pueblo. Parece que viven allí grandes brujos, grandes paleros que se han dedicado desde siempre a trabajar su religión ancestral.
Gentes de toda la región central de la isla visitan esta ciudad para comprar muertos (espíritus de difuntos) o para mandar a hacer magia negra de la peor calaña contra sus enemigos.
La gente respeta mucho a los habitantes de esta ciudad embrujada por ese motivo. Yo pasé por allí este verano y sin bajarme del coche, disparé mi cámara y saqué estas dos fotos.

TADEO

EL PARQUE VIDAL EN SANTA CLARA





EL PARQUE VIDAL DE SANTA CLARA

Santa Clara es una de las grandes ciudades del centro de la isla de Cuba. Esta ciudad está muy relacionada con mi vida, pues a los 11 años me fui allí a estudiar en la escuela Vocacional Ernesto Guevara, la cual se convirtiera, estando yo allí aún, en IPVCE, es decir Instituto Preuniversitario Vocacional en Ciencias Exactas.
Luego de 6 años en dicho instituto, pasé a la UCLV (Universidad Central de las Villas) en la misma ciudad, a estudiar la Ingeniería Industrial, carrera que abandonaría a los 2 años.
Haberme pasado 8 largos años de mi vida en esta ciudad, y no 8 años cualquiera, sino de los 11 a los 19 años, que son años cruciales en la vida de toda persona, hace que mi vida esté muy relacionada a esta ciudad. Allí tengo grandes amigos y un millón de recuerdos.
Este verano pasado estuve por allí e hice algunas fotos. Dejo aquí algunas para que las disfruten.

TADEO


martes, 18 de marzo de 2008

ANOCHECER EN LA PLAYA


ANOCHECER EN LA PLAYA

Esta no es la primera vez que hablo de la playa de mi pueblo. Pero es que ella marca cada uno de los momentos de mi vida. Es un lugar de visita constante y obligada. Miles de recuerdos se agolpan en mi mente cada vez que observo estas imágenes.

Tengo recuerdos de mi niñez montando en los columpios, jugando con los salvavidas y las pelotas, el momento en que aprendí a nadar de la mano de mi padre, los bailables los fines de semana, luego la adolescencia y las primeras chicas, el placer de contemplarlas en bikini en medio del mar, el sol y la arena.

Hubo un tiempo en que la playa se convirtió en un sitio al que me apetecía llegar corriendo. Corría los 12 km que separan la playa de la ciudad, y luego allí me dedicaba a nadar. Me pasaba allí todo el día y luego regresaba caminando. Llegaba a casa muerto de cansancio. Me daba una buena ducha, cenaba muy poco y me metía en la cama a dormir hasta el día siguiente en que me levantaba bien tarde. Eso me encantaba, esa sensación de cansancio y de vida sana.

A veces, usaba la playa para hacer ejercicios de meditación, para ponerme en contacto con esas energías de la naturaleza que los yoguis utilizan para armonizar sus cuerpos y sus mentes.

Una vez viviendo en España, y regresando a Cuba cada mucho tiempo, procurábamos aprovechar la playa al máximo. Aprovechando que teníamos transporte a nuestra disposición, nos quedábamos a ver anochecer, a disfrutar del ocaso, y la verdad es que es una experiencia maravillosa e inolvidable. Esta foto la hice justo en ese momento en que se nos marchaba el día.

TADEO

FOTOGRAFIAR LA COMIDA


FOTOGRAFIAR LA COMIDA

Este verano pasado invitamos a unos amigos españoles a viajar a Cuba en nuestra compañía. La familia de ellos, estaba preocupada por escuchar constantemente en la televisión sobre las precarias condiciones de vida de los cubanos, y de hecho, daban por sentado que en el tiempo de estancia en la isla comerían muy mal, y por tanto, regresarían a España flaquísimos y con tres varas de hambre. Por esa razón nuestros amigos hacían fotos a las mesas que mi familia les ponía, para luego poder demostrar con pruebas a su regreso, que comida no les faltó nunca, y que los míos les dieron bien de comer.

TADEO

LA CASA DE LA MÚSICA


LA CASA DE LA MÚSICA

La casa de la música de Trinidad de Cuba es esta curiosa casona que se encuentra al final de esta curiosa escalinata que preside la Plaza Mayor y que se encuentra a un costado de la Iglesia de la Santísima Trinidad.

En el interior de dicha casa podemos encontrar una de las tiendas de música mejor surtidas de toda la ciudad, y se pueden comprar incluso, instrumentos musicales y otros souvenir como camisetas, llaveros, postales, etc. También funciona como cafetería, bar y restaurante al aire libre.

Por las noches tocan música diferentes agrupaciones de la ciudad, y es el punto de reunión de muchos de los turistas que pululan por la ciudad. También es uno de los sitios donde los cubanos, con el pretexto de enseñar a bailar salsa a los turistas, aprovechan para acercarse a los foráneos para intentar sacarles algún provecho.

Curiosamente yo tengo un recuerdo mucho más antiguo de ese lugar. Treinta años atrás, cuando yo era un chiquillo, aquella casona estaba en ruinas. Nuestros mayores, tal vez para que no nos acercáramos a ella, nos contaban historias terroríficas sobre fantasmas y aparecidos que pululaban por su interior, así que mis amigos y yo, estábamos locos por entrar allí. No pocas veces merodeamos por allí. Miramos hacia el interior por las destartaladas ventanas. Aquello era una verdadera casa embrujada, así que no nos decidimos nunca a entrar.

Un buen día, quizás teniendo ya unos 9 años, llegué a la conclusión de que cualquier fantasma tendría que correr mucho para atraparme, así que me llené de valor, subí las escalinatas, atravesé el umbral de aquella puerta y corrí hasta la salida del fondo cruzando aquellas fantasmales habitaciones. Al salir por la otra calle, sentí dentro de mí un verdadero subidón de adrenalina. Estaba eufórico, feliz como nunca. Corrí y corrí hasta llegar a mi casa.

Tal vez, para volver a sentir lo mismo, tuve que esperar a los 17 años, al momento en que me enteré que había cogido 100 puntos (la máxima calificación) en los exámenes de matemáticas de acceso a la universidad, a pesar de que siempre odié esa asignatura, o como cuando un año y medio después, una chica, compañera de facultad de la ingeniería industrial, me robó, aunque no en contra de mi deseo, mi rancia virginidad.
TADEO

lunes, 17 de marzo de 2008

EL CRISTO DE LA VERACRUZ


EL CRISTO DE LA VERACRUZ

Aquí tienen la imagen del santo más venerado de la Iglesia Santísima Trinidad de mi ciudad natal, Trinidad de Cuba: El Cristo de la Veracruz.
Cuenta la leyenda que a esta magnífica escultura, al menos en tres ocasiones la intentaron trasladar a su destino original, que no era otro que la ciudad de Veracruz, en México. Pero el mal tiempo lo impidió siempre. De ahí que se empezara a decir que el Cristo deseaba permanecer en la Villa de Trinidad.
Allí sigue desde 1613, y no hay trinitario que no haya pasado por allí alguna vez para admirarlo como uno de los grandes tesoros de la ciudad.
En mi último viaje a la isla, me llevé conmigo esta imagen que ahora comparto con todos ustedes.

TADEO

MI TÍO JUAN ANTONIO


MI TÍO JUAN ANTONIO

Mi tío Juan Antonio es un enamorado de la música. Se ha pasado casi toda su vida pegado a la trompeta, instrumento que heredara de su padre, es decir, mi abuelo Juanico Zerquera.

Como mi abuelo tocaba en la banda municipal y llevaba aquel traje que parecía militar, la gente le llamaba “El Cabo”. Luego ese apodo pasó a mi tío Juan Antonio. En el mundo de la música se le conoce así: “El Cabo Zerquera”. El gremio de los músicos tiene mucho de dinastía. Muchas veces se puede hablar de familias de músicos. En nuestro caso, la generación a la que pertenezco huyó de algún modo del mundo del arte.

El violín que mi abuelo me compró en su día con el sueño de que me convirtiera en un gran violinista, se mantuvo durante años cogiendo polvo, hasta que mi tío decidió venderlo y así sacar algo de dinero para aliviar su situación familiar.

Yo nunca seguí este camino, a pesar de ser también un enamorado de la música. Pero como jamás la aprendí, tuve que quedarme en poeta. Jamás podré ponerle música a lo que escribo.

Mi tío ha vivido por y para la música, y aunque a estas alturas, a sus 81 años, los médicos le han aconsejado que no toque más, pues le hace daño para su enfermedad de la vejiga, él dice que prefiere morir antes, que dejar de tocar y disfrutar de su gran pasión.

Todos los días por las mañanas, se dirige a la Casa de la Trova de Trinidad de Cuba, y con su trompeta y sus compañeros de orquesta, se empeña en ponerle sonidos a este mundo. Yo sé que los muchísimos turistas que por allí pasan a diario se lo agradecen. Ojalá que algún día pase por aquí alguien y me diga: “Sí, Tadeo, yo estuve en Trinidad y conocí a tu tío el trompetista del conjunto que hacía música tradicional cubana en la casa de la Trova.

TADEO

domingo, 16 de marzo de 2008

LA PLAZA MAYOR


LA PLAZA MAYOR

La Plaza Mayor de la ciudad de Trinidad de Cuba, es el centro de su casco histórico. Constituye además, uno de los conjuntos arquitectónicos más bellos y conocidos de la isla.

Llegar a este lugar te hace experimentar una sensación de retroceso en el tiempo. Sientes como si de pronto hubieras abandonado el convulso siglo XXI, para instalarte por unos instantes en el siglo XVIII o XIX.

Para mí, que nací en Trinidad y viví toda mi vida a unos 200 metros de este parque, este sitio siempre se llamó: “El Parquecito”.

Era nuestro sitio de reunión infantil. A donde nos llevaban nuestros padres y abuelos, donde hacíamos nuestras carreras en velocípedos, donde íbamos a mirar de cerca de esas personas venidas de allende los mares con su ropa rara, su perfume raro y sus chicles y demás golosinas.

Unos años después, se convirtió en el lugar ideal para las citas románticas. El ambiente bucólico en medio de los palacios coloniales, y el olor de las flores de sus jardines, especialmente de sus jazmines, aparte del silencio, porque es una zona poco habitada, hacían de este parque un lugar como ninguno otro de la ciudad para disfrutar de los placeres y a veces de las desdichas de los encuentros y desencuentros amorosos.

Era además, el sitio de reunión preferido de bardos y poetas. Acompañados de nuestras guitarras y de algo de ron, o de lo que apareciera, nos poníamos allí en una de sus esquinas y cantábamos nuestras canciones de la trova tradicional y de la nueva y la novísima trova. Algunos se atrevían incluso, con canciones brotadas de su inspiración, recitábamos poemas, y claro, todo aquello era la carnada para esos turistas de ambos sexos, que deseaban conocer de primera mano la realidad de la isla por boca de sus habitantes.

Allí surgieron hermosas amistades con españoles, italianos, franceses, alemanes, belgas, ingleses, en fin, gente de medio mundo que pusieron la conversación interesante, y el dinero para abastecernos de las bebidas tan necesarias en esos saraos. También ponían la adrenalina, porque andar con extranjeros en Cuba, no estaba nada bien visto, y los policías podían poner fin a aquella modalidad de jineterismo fino y colectivo.

También, vale decirlo, fue aquí, en este parque, donde di mi primer beso. Fíjense que no digo “mi primer beso de amor”. La chica en cuestión no la conocía de nada, ni ella a mí. Habíamos quedado un grupo de chicos con un grupo de chicas, y yo, que sólo fui a mirar como mis colegas se besaban con aquellas chicas salidas Dios sabe de dónde, me vi incluido en esa extraña aventura, porque una de ellas me vio a lo lejos y dijo que me prefería a mí antes que al chico que le había tocado en el reparto. Cosas de la adolescencia.

La desconocida besaba bien.

TADEO

LA IGLESIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


LA IGLESIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

En un lugar privilegiado al frente del parque de la Plaza Mayor de la ciudad de Trinidad de Cuba se encuentra la Iglesia de la Santísima Trinidad. Es la iglesia más importante de la ciudad y según he escuchado, la iglesia con la planta más grande de toda Cuba.
De las iglesias que he visitado en la isla, esta es quizás, la de mejor iluminación, por la altura de sus techos y la blancura de sus paredes. Desde muy niño empecé a visitar esta iglesia acompañado de mi abuelo.
Recuerdo que me llevaba siempre al altar del Cristo de la Veracruz, el santo más importante de este recinto, nos arrodillábamos y rezábamos el Padre Nuestro. Luego me daba dinero para que fuera echando en todas las alcancías de cada uno de los santos. Era para mí una entretenida diversión.

La iglesia tiene un altar mayor hecho de maderas preciosas de la región. También están hechos de madera sus ocho altares, todos tallados por ebanistas de la región, lo mismo que sus púlpitos excelentes.
Aparte del Cristo de la Veracruz, un cristo que debió llegar a Veracruz en su día, pero que sucesivas tormentas, hicieron que nunca fuese trasladado a aquella ciudad mexicana, destacan la venerada Virgen de la Caridad del Cobre, la Dolorosa y la Virgen de Fátima, de una belleza incalculable.

Yo nunca hice vida religiosa. Habiendo nacido en 1971, la mayoría de los niños de mi generación nacieron y se criaron alejados de los templos católicos. Algunos de mis amigos, jamás pusieron un pie en la iglesia. En mi caso, sí que puse los pies, pero no formé parte de ese grupo de chicos practicantes.

Siendo ya un adolescente, gracias a un amigo que tenía buenas relaciones con ellos, intenté acercármeles, pero no pude. Desde luego yo no les interesaba para nada. A las claras el motivo de unión de aquellos chicos, era en última instancia, cosas que nada tenían que ver con Dios, con la religión.

Mirando esta imagen vuelvo a recorrer la iglesia en mi pensamiento. Vuelvo a sentir el olor tan agradable que destila, vuelvo a envolverme en la paz que se respira entre sus paredes, en fin, vuelvo a rescatar uno más de esos recuerdos que me habitan y que forman parte de mi historia y de mi vida misma.

TADEO

viernes, 7 de marzo de 2008

EL CAKE


EL KAKE

Existe una diferencia notable entre los cakes cubanos y las tartas españolas. Mientras que las tartas españolas parecen hechas para que nadie coma demasiado de ellas, los cakes cubanos parecen estar hechos como para que una sola persona se coma uno sin problemas.

Una tarta española, 4 veces más pequeña que esta de la foto, duró en mi casa, una semana, después de celebrado el cumpleaños de mi hija. Una tarta como esta, dura en Cuba, lo mismo que un merengue en la puerta de un colegio.

La tarta española es devorada con miedos, pensando en lo mucho que puede hacerte engordar una pizca de la ya citada golosina, y los más enrevesados pueden ponerse a pensar en que existe la posibilidad de la tarta contenga entre sus ingredientes, algún producto transgénico nocivo para la salud.

En Cuba la gente le hinca el diente a la tarta feliz de tener algo extra que llevarse a la boca, y lo mejor de todo, sin preocuparse por la línea, porque no sé bien por qué, allí uno nunca tiene la sensación de que engordará con lo que come, o se preocupa más porque una extraña infección del tipo que sea, pueda dejarte en los huesos.

Sea por el motivo que sea, tal vez simplemente por pura añoranza, sigo prefiriendo los cakes cubanos a las tartas españolas. Y mira que es magnífica la repostería de este país, pero no sé, no es lo mismo. Estos cakes cubanos siempre vienen a mi mente con el recuerdo de una explosión de alegría, formando parte de un mundo donde aún hoy, comer, incluso estos dulces, sigue siendo un auténtico placer.

TADEO

VISTA PANORÁMICA


VISTA PANORÁMICA

Subiendo al barrio de “La Popa”, se divisa toda la ciudad, su cielo, su mar, sus casuchas, sus parques derretidos por el intenso sol tropical. Allá a lo lejos, la península de Ancón, y para los de mejor vista, el hotel del mismo nombre.
Hasta allá arriba subimos mis acompañantes y yo. Tuve que cuidarlos de los cubanos que siempre andan al acecho de algún extranjero extraviado. Compramos unos mangos en una casa de por allí y nos los comimos como se debe comer un mango en Cuba, ensuciándonos bien las manos y la boca, gozando de su sabor exquisito y especial. Luego, nos limpiamos como pudimos, bebimos unos tragos largos del agua fresca que llevábamos, hicimos las fotos pertinentes, y luego regresamos a casa más contentos que contentos.

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LA CASA DE LA CULTURA


LA CASA DE LA CULTURA

En mi último viaje a Cuba, al pasar por La Casa de la Cultura, allá en mi ciudad natal, Trinidad, me encontré en aquella casona enclavada en la calle del Rosario, muy cerca de la casa parroquial, a uno de los tantos conjuntos de música tradicional cubana que se gana la vida ofreciendo su arte a los curiosos visitantes.

Este inmueble espacioso y acogedor, era la antigua casa de la familia Hart. Aquí nació y vivió Armando Hart Dávalos, quien fuera durante muchos años ministro de Cultura de Cuba. En mi casa, le llamaban Armandito, tal vez porque su padre se llamaría del mismo modo, no lo sé. Me contaba mi madre que el padre de Armando y de Enrique Hart, venía a mi casa para que Pepillo Salabarría, el tío de mi madre, quien era zapatero, le arreglara los zapatos a sus hijos cuando se le rompían. Dice mi madre que el papá Hart era un poco tacaño, y que prefería tirar de zapatero remendón, antes que gastarse el dinero en zapatos nuevos.

Muchos años después, en aquella casa devenida en institución cultural sonaban la guitarra, el tres, el contrabajo, la clave y las maracas, en las manos de aquellos músicos ya ancianos.

Sus sones invitaban a pasar y escucharlos, y ellos, ávidos del oro verde del extranjero, nos observaban, nos devoraban con la mirada, y usaban ese extraño lenguaje no verbal para suplicarnos unas monedas. Allí, en el sombrero que usaban como porta monedas, les dejamos algo de dinero, y les robamos esta foto que ahora presento para el disfrute de todos.

TADEO

EL PATIO DE MI CASA


EL PATIO DE MI CASA

En el patio de mi casa, allá en Cuba, el cocotero y la mata de aguacates prestan sus cuerpos a este hermoso mosaico de tonalidades verdes y ocres que el sol abrillanta. De fondo el azul del cielo mañanero. Y así, con su belleza salvaje y natural los archivo en mi memoria y lo regalo a mis lectores como un pedazo querido e inolvidable, como una de las rocas más sólidas de mi recuerdo.
El otro día entré a comprar un aguacate al supermercado, y la chica que me lo despachó le preguntó a mi hija si le gustaban. Ella, con la ingenuidad propia de su edad, le respondió: “Los de aquí de España no me gustan. Los de Cuba sí.”

TADEO