sábado, 29 de noviembre de 2008

ME MARCHO A CUBA

ME MARCHO A CUBA

Mis queridos lectores:

Les dejo estas palabras para que sepan que a partir de hoy, tendrán que esperar por lo menos 16 días para encontrarse una nueva entrada en éste y en mis restantes 3 blogs. Espero que mi ausencia no la lleven muy mal y que tengan paciencia suficiente como para esperar por mí.

Es tiempo de ver a la familia, de arroparlos y de ayudarlos econonómicamente. Esta vez viajo solo. Dejo detrás a mí familia española y eso no me hace nada feliz. Mi sueño es ver a mi esposa e hija allá junto con mi familia cubana. Esta vez no va a poder ser. Tal vez dentro de un par de años o tres mi sueño se haga realidad, ya veremos.

He puesto, para acompañar estas palabras, la foto del aeropuerto de La Habana, la Terminal 3. A pesar de que en la sala de espera de dicho lugar, la bandera cubana es la más grande, el tamaño de la bandera no es proporcional con el tamaño del orgullo que allí sentimos los cubanos de haber nacido en aquella isla.

El aeropuerto de La Habana no es un buen lugar para sentirse orgulloso de nuestra procedencia, porque al menos allí, ser extranjero es mejor que ser cubano. Si eres extranjero, te dejarán pasar sin complicaciones. Pero si eres cubano, te enviarán nuevamente a pesar tu equipaje con la esperanza de que vayas pasado de peso para poderte cobrar 10 dólares por cada kilo de más que lleves en tus bolsas.

Me cuesta trabajo entender cómo el gobierno habla de luchar contra el bloqueo norteamericano a la isla, y luego, impone allí en el aeropuerto otro bloqueo a los nacidos allí, si no más cruel y dañino que el yanqui, en términos económicos, sí más dañino desde el punto de vista psicológico. El cubano percibe el bloqueo norteamericano como algo más lejano que éste otro, que le impide poner en manos de sus familiares todos esos artículos que ellos pretenden pasar por aduana con el fin de mejorar su situación económica.

Los que esperan en la isla recibir estas cosas, no saben bien qué podrían obtener de más si el bloqueo norteamericano desapareciera, pero sí saben bien lo que podrían recibir si el bloqueo cubano en las instancias aduanales dejara de tener ese carácter de pillaje y de discriminación para los nacidos en el país.

Yo entiendo que tiene que existir allí cierto control. Entiendo que si puedes pasar 30 kilos, y te apareces allí con 60 kilos, te cobren algo, pero teniendo en cuenta que Cuba vive una situación especial, creo que perfectamente esas personas podrían hacerse más de la vista gorda y que el estado podría ser muchísimo más permisivo, porque en última instancia, el dinero que te dejas allí en aduana, es un dinero que de todos modos se quedaría en el país y regaría felicidad encima de los favorecidos. Sin embargo, ahora mismo lo que crea es animadversión respecto de estas políticas gubernamentales.


En muchos aeropuertos del mundo, sus trabajadores no ponen tantos problemas para dejarte pasar entre 5 o 6 kilos de más (y no existe la situación de bloqueo económico que sufre la isla). Sin embargo, allí, los funcionarios aduanales no muestran con sus coterráneos la más mínima condescendencia. Luego, da vergüenza ver cómo los trabajadores del aeropuerto, demoran entre 2 y 3 horas para despachar a un avión de unos 260 pasajeros. No voy a decir que en todos los aeropuertos, pero al menos en los que yo he conocido (España, Francia, Portugal, Alemania) los trabajadores demoran entre 30 minutos y una hora en despachar todo el pasaje de un avión, es decir, lo hacen 3 veces más rápido que en Cuba.

No hay nada más torturante que llegar a Cuba luego de un largo y cansado viaje de 9 horas, y encontrarte con que no puedes salir en 20 o 30 minutos del aeropuerto. Estás ahí dentro sin poder salir, viendo pasar el tiempo del modo más estúpido del mundo, mientras del otro lado de la puerta, tus familiares aguardan deseosos de abrazarte y besarte, de darte la más calurosa de las bienvenidas. Yo quisiera salir por la puerta risueño y triunfante, pero no puedo. Lo intento, pero de momento, nunca lo he conseguido. Salgo de allí incómodo, molesto, después de haber discutido con el de la puerta en estos términos:

El: -¿Tú eres cubano, cierto?

Yo: -Si.
El: -¿El papel de la pesa dónde está?
Yo: ¿Qué papel, qué pesa?
El: Ah, ¿tú no has ido a pesar tu equipaje?
Yo: No, no he ido.
El: Pues entonces ve a pesar tu equipaje.
Yo: ¿Y por qué tengo que ir a pesar mi equipaje y has dejado pasar a mi esposa y a mi hija y no les has dicho nada?
El: Porque tú eres cubano.
Yo: ¿Entonces me estás diciendo que ustedes tienen un trato diferente para los nacionales?
El: Sí, con los cubanos hacemos esa distinción
Yo: ¿Usted es consciente de que están dando a los cubanos un trato discriminatorio, y que pocas cosas son tan humillantes como ser discriminado en tu propio país?
El: Esa es la orientación que tenemos.
Yo: Vale, me voy a pesar el equipaje. Nací en Cuba. Me jodí.

TADEO

miércoles, 26 de noviembre de 2008

LA CANCHÁNCHARA

LA CANCHÁNCHARA

La canchánchara es un antiguo cóctel cubano surgido en tiempos de las guerras contra España, las cuales tuvieron lugar en estas fechas que les anoto (1868-1878) (1878-1879) y (1895-1898).



Era un trago que se bebía caliente para combatir el frío de la vida a la intemperie en medio de la contienda bélica. Es de suponer que este trago surgió movido por la necesidad de beber algo que ayudara a fortalecer cuerpo y mente para enfrentarse a la dura vida que aquellos hombres llevaban.

A principios de 1980, al restaurar una de las zonas del casco histórico de Trinidad, un equipo de trabajo del Museo de Arquitectura de la ciudad, encabezado por Teresita Angelbello, Víctor Echenagusía y Luís Blanco, realizó un proyecto para rescatar La Canchánchara, como un trago que sobrevivió gracias a la tradición oral.

El equipo restauró una antigua casa trinitaria y diseñó toda la vajilla, de la cual sólo ha perdurado una taza de barro que simula la jícara, vasija donde se supone los mambises bebían La Canchánchara.


Hoy por hoy, y desde hace muchos años, La canchánchara es una especie de taberna enclavada en el casco histórico de la ciudad de Trinidad por donde pasan diariamente cientos de turistas con el fin de disfrutar de la espirituosa bebida compuesta por aguardiente de caña, limón, miel de abeja y unos cubitos de hielo para enfriar el trago.

Durante muchos años, no sé ahora, se podía disfrutar allí del zumo de caña, conocido como guarapo, y también de la actuación de Alberto Pablo, uno de los mejores percusionistas de Cuba, así como de otras agrupaciones musicales que se dedican a interpretar la música cubana.

No puedo dejar de decir, que como yo vivo a un tiro de piedra de La Canchánchara, la música que allí interpretan, se escucha en mi casa con mucha nitidez, y de algún modo también nosotros, como el resto de los vecinos del barrio conocido como La Barranca, disfrutamos o sufrimos, según el caso de los sones cubanos y del ir y venir de los turistas de medio mundo atravesando nuestras vidas en el casco viejo de Trinidad de Cuba.


TADEO

domingo, 23 de noviembre de 2008

PEDRO CUBAS


PEDRO CUBAS

Pedro Cubas Hernández y yo somos íntimos amigos. Nos conocimos el día que fuimos a matricularnos en la facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de la Habana. Dio la casualidad que fuimos a inscribirnos allí el mismo día, y pronto descubrimos que nuestros destinos estarían unidos al menos por cinco años, y luego ya Dios diría.

Pues bien, han pasado 16 años y Pedrito Cubas y yo seguimos siendo estupendos amigos, a pesar de que la vida ahora mismo nos mantiene alejados. Él está ahora mismo en la Habana. Trabaja como historiador en el centro de investigaciones Juan Marinello, y yo, bueno, ya se sabe por dónde ando, por la Madre Patria.

Sería imposible contarles en pocas palabras quién es Pedrito, y todo lo que hemos vivido juntos, así que me limitaré a decir esas 3 o 4 cosas que no se pueden dejar de decir cuando se habla de este gran amigo.

Pedrito tiene el don de la amistad. Siempre fue para todos nosotros los compañeros de carrera, como el elemento aglutinante, el que nos ha mantenido a todos en conocimiento respecto de los otros. Es también una persona de un gran corazón y un magnífico estudiante: el mejor de la carrera. Por eso se ganó la admiración de todos los estudiantes, y también, de los profesores.

Otras de las peculiaridades de Pedrito, es que siente verdadera pasión por el fútbol, así que no es raro que se le vea con camisetas futboleras. Su equipo español favorito es el Real Madrid, y siente una gran admiración por Raúl González.

También es una persona muy divertida y fiestera. Siempre lo recuerdo bailando en las fiestas de la facultad, en discotecas, en casas de amigos, etc. Su presencia alegraba el ambiente y nos animaba a todos a compartir, entre ellos a esos que como yo, nunca fuimos de los divertidos.

Como compañero de estudios siempre fue un tipo genial. Nunca tuvo problemas para ayudarnos con las asignaturas, así que su presencia nos resultó vital a la hora de cargar con el pesado fardo de los estudios universitarios.

Ha pasado el tiempo y Pedrito sigue ahí, dándonos la mano a todos. Informando a todos sobre la vida y milagro de los demás, y demostrándonos que la distancia no tiene que ser para nada el olvido.

Dentro de pocos meses lo tendremos terminando su doctorado en Historia por tierras brasileras, un país que le encanta y que, según me ha contado, lo ha recibido muy bien.

Pronto nos veremos en Cuba. Pedrito visitará Trinidad, mi ciudad natal. Luego de dos años, volveremos a vernos y de seguro, pondremos una nueva piedra en ese edificio grande que es nuestra amistad.

TADEO

viernes, 14 de noviembre de 2008

Y TE VAS AL MURO

Y TE VAS AL MURO

El malecón de La Habana es algo más que un muro, es el muro. Ninguno otro es tan largo, famoso y emblemático como esta serpiente inmóvil de siete kilómetros. Dicen algunos que es el sitio donde terminan los sueños. Yo no lo sé. Sin embargo, sospecho que los sueños y el muro han estado entrelazados en muchos sentidos.

Aquí han nacido y muerto amores, hasta aquí llegan los pasos de todos los que buscan el mar como una fuente infinita de sosiego, o miran el horizonte esos que tienen hambre de otras costas.

Quien no se haya sentado en el malecón en buena compañía para escuchar el vaivén de las olas y el vaivén de los corazones, se ha perdido una de las experiencias más hermosas que la capital cubana puede darnos.

Tengo un amigo que dice que no hay mujer que se le resista cuando la trae al malecón. Parece que aquí estamos más predispuestos a todo, también a la aventura de los besos, de los abrazos, tal vez el mar nos invita a entregarnos, y ya puestos a entregarnos, pues nos entregamos a todo.

Cuántas veces me senté en este muro a mirar el mar, o simplemente a mirar la ciudad en soledad o en compañías mejores o peores. Cientos, miles de veces. Todos los viernes, cuando salía de la universidad, bajaba hasta el malecón y caminaba desde El Vedado hasta La Habana Vieja. Un largo paseo con el muro dándome la mano, y con el sol dándome su abrazo más abrasador.

Hoy que estoy del otro lado del mundo, como si mi vida se hubiera asentado sobre las aguas, como si mi vida fuera un barco que se aleja de esas costas hoy soñadas, busco mi trozo de muro aquí dentro de mí y me siento a ver la vida pasar con el convencimiento de que no hay nada más dulce y sabio que quedarse sentado en el muro para siempre, como si ese pedazo de Cuba tuviera escondido algún secreto, alguna clave relacionada con la felicidad.

TADEO

viernes, 7 de noviembre de 2008

LAS ESCUELAS CUBANAS

LAS ESCUELAS CUBANAS

De sobra es conocida la fama del sistema educacional cubano. Sin embargo, no es de eso de lo que quiero hablarles hoy.
Me he encontrado unas fotos en Internet tomadas en una de esas tantas instituciones docentes de la isla, y aunque jamás he puesto un pie en ese lugar, me resultan tremendamente familiares. ¿Por qué? Pues porque en Cuba se fabricaron muchas de estas escuelas siguiendo el mismo modelo constructivo. Entre un centro docente y otro, las diferencias son mínimas.
Gracias a este mimetismo arquitectónico, puedo, (y me complace) invitar a todos los cubanos que pasen por aquí, (también a los extranjeros que estudiaron en la isla) y que seguramente disfrutaron o sufrieron, o ambas, en alguna escuela parecida a esta de las imágenes, que se imaginen que están visualizando la escuela o las escuelas que conocieron personalmente.
No es difícil hacer este ejercicio. Yo me he concentrado en estos pasillos y he reconocido perfectamente la entrada a los dormitorios, las escaleras del docente, la plaza de los matutinos y de los bailes en las recreaciones, el comedor donde disfrutábamos del condumio, en fin, de todas esas estancias que conformaban estos institutos preuniversitarios o politécnicos casi siempre en el campo.
Muchos de nosotros incluso, perdimos la virginidad en sitios como éste. No es mi caso. Yo necesité llegar a la universidad para eso, pero sí muchos de nosotros descubrimos el amor, y bueno, nos formamos y crecimos, y son también un pedazo de nuestros recuerdos, son esos sitios a donde caprichosamente nuestros sueños nos arrastran a menudo, en mi caso, por partida doble, porque los habité como estudiante, y algunos años después como profesor.

¿A que es verdad que todas estas escuelas son casi idénticas?

TADEO

lunes, 3 de noviembre de 2008

LAS TRAMPAS DEL RECUERDO

LAS TRAMPAS DEL RECUERDO

Hace poco vi una película titulada El señor Ibrahim y las flores del Corán , en la cual uno de los personajes protagónicos, ( El señor Ibrahim) realiza un largo viaje antes de morir hasta la aldea donde nació. Por la importancia que para él tenía este viaje, deduje que, aunque se hubiera pasado casi toda su vida fuera de allí, para él tenía una importancia muy grande el poder regresar algún día.

Estos reencuentros con el pasado, son tal vez una manera de validar todo lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida, porque ¿de qué nos vale haber hecho nada, si no tenemos a quien contarle lo que hemos hecho? Tal vez sea una tontería, tal vez un simple acto de vanidad, pero lo que no hay dudas es de que muchos de los que vivimos o hemos vivido fuera de esa patria chica que nos vio nacer, sentimos en algún momento ese deseo de regresar a nuestro centro.

Sé que hay quienes se han marchado llenos de rencores y de resentimientos, y sé de algunos que no pueden volver, y de otros que entienden que ya pasó su tiempo de volver y prefieren morir con la espinita clavada de la vuelta jamás realizada. Tal vez se conformen con viajar a esos lugares en sueños, porque los sueños, a veces no son simplemente humo. A veces ellos hacen realidad (en la realidad fantástica del sueño) tantas cosas que una vez al despertar, sentimos como si la experiencia permaneciera ahí dentro de nosotros y nos hubiera alimentado.

Aquí les dejo una imagen hermosa de la Habana Vieja. Este lugar y sus alrededores, es decir, El Parque Central, El Capitolio, El Parque de la Fraternidad, el boulevard de San Rafael, el Gran Teatro de la Habana, el cine Paytet, El Prado, etc, forman parte de ese pedazo de patria a la que siempre regreso en mis sueños.

Paseo por ellos en mi imaginación y siento la necesidad de permanecer al menos como un fantasma, como un ser invisible que no quiere perderse la aventura increíble y maravillosa de andar la Habana y de vivir en Cuba.

TADEO