viernes, 14 de noviembre de 2008

Y TE VAS AL MURO

Y TE VAS AL MURO

El malecón de La Habana es algo más que un muro, es el muro. Ninguno otro es tan largo, famoso y emblemático como esta serpiente inmóvil de siete kilómetros. Dicen algunos que es el sitio donde terminan los sueños. Yo no lo sé. Sin embargo, sospecho que los sueños y el muro han estado entrelazados en muchos sentidos.

Aquí han nacido y muerto amores, hasta aquí llegan los pasos de todos los que buscan el mar como una fuente infinita de sosiego, o miran el horizonte esos que tienen hambre de otras costas.

Quien no se haya sentado en el malecón en buena compañía para escuchar el vaivén de las olas y el vaivén de los corazones, se ha perdido una de las experiencias más hermosas que la capital cubana puede darnos.

Tengo un amigo que dice que no hay mujer que se le resista cuando la trae al malecón. Parece que aquí estamos más predispuestos a todo, también a la aventura de los besos, de los abrazos, tal vez el mar nos invita a entregarnos, y ya puestos a entregarnos, pues nos entregamos a todo.

Cuántas veces me senté en este muro a mirar el mar, o simplemente a mirar la ciudad en soledad o en compañías mejores o peores. Cientos, miles de veces. Todos los viernes, cuando salía de la universidad, bajaba hasta el malecón y caminaba desde El Vedado hasta La Habana Vieja. Un largo paseo con el muro dándome la mano, y con el sol dándome su abrazo más abrasador.

Hoy que estoy del otro lado del mundo, como si mi vida se hubiera asentado sobre las aguas, como si mi vida fuera un barco que se aleja de esas costas hoy soñadas, busco mi trozo de muro aquí dentro de mí y me siento a ver la vida pasar con el convencimiento de que no hay nada más dulce y sabio que quedarse sentado en el muro para siempre, como si ese pedazo de Cuba tuviera escondido algún secreto, alguna clave relacionada con la felicidad.

TADEO

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lindo Tadeo! cuántas historias tendrá ese muro, verdad? Yo en mi tengo la rambla de mi pueblo y de Montevideo también; por qué será que siempre el mar está de fondo y enmarcándolo todo en nuestras vidas?
Un beso.
naná

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Querida Naná:
Tienes mucha razón, este muro tiene demasiadas historias encima (y también debajo, jejeje) Es un símbolo de la ciudad de la Habana y es un lugar de peregrinación obligada para todos. Muchas veces sientes que el peso de la gran ciudad te aplasta, y necesitas darte un respiro. Este es el sitio ideal para ello. Da paz y uno se estabiliza y reconforta con sólo mirar el mar. Besitos:
Tadeo

Verónica dijo...

Me conmueve lo que has escrito sobre el muro del malecón, ¡tantos recuerdos! Despues de visitar este blog desde hace tanto tiempo,el malecon me ha decidido finalmente a comentarte. Admiro la sensibilidad con la que escribes tus interesantes temas.
Con mis saludos,
Verónica

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Verónica:
Por favor, déjame tus mensajes, que eso me anima a postear. Gracias por estas letras. Besitos:
Tadeo