sábado, 2 de junio de 2007

LA IGLESIA DE EL COBRE


LA IGLESIA DE EL COBRE
El Cobre es un municipio cubano de la provincia de Santiago de Cuba, en el extremo oriental de la isla. Su nombre viene de la abundancia del mineral de cobre en sus suelos. Pero la fama de este pueblo le viene por albergar el santo más importante de la isla: "La Virgen de la Caridad de El Cobre", la patrona de Cuba.
En Cuba mucha gente hace la promesa de viajar hasta El Cobre, sobre todo cuando tiene problemas para tener hijos. Muchos padres hacen la promesa de viajar hasta este sitio, antes de que el bebé cumpla el año, y ofrecer el hijo a la Virgen, en caso de que ella les conceda la gracia de la maternidad. También se va a cumplir promesas de todo tipo, o simplemente a pedirle a la virgen, etc.
Con los problemas de transposte que hay en Cuba, viajar de occidente hasta este remoto paraje, es como decidir viajar desde Egipto hasta la Meca, por poner un ejemplo. Yo nunca había visitado a la virgen, pero algo dentro de mí me decía que no me podía marchar de la isla sin pedirle a la virgen de la Caridad su bendición.
Así que cuando se me abrieron los caminos me personé en ese lugar. Recuerdo que a la entrada del templo, debajo, antes de subir las escalinatas, hay mucha gente vendiendo imágenes de la virgen, y todo tipo de estatuas y amuletos, también, pedazos de Cobre, que se creen bendecidos.
Los precios me parecían tremendamente altos, por figuras, muchas veces pequeñas de la virgen, así que apenas compré una bolsita con pedacitos de cobre, pero nada más.
Al llegar frente a la virgen, le encendí las 5 velas rojas que llevaba y que le había prometido. Luego oré en silencio, y le dije que me iba del país y que estaba allí para pedirle su bendición.
Entonces, increíblemente sentí la voz de la santa que me decía:
"Deja como ofrenda ante el altar todo el dinero que llevas contigo". Al escuchar aquello me paralicé. No tanto por escuchar aquella voz, pues estoy acostumbrado a escuchar las voces de espíritus y deidades. Pero es que llevaba encima muchísimo dinero. Dejarlo todo allí, iba a significar para mí, pasarme esos meses antes de la partida, sin disfrutar de la comodidad que aquel dinero me reportaba.
Después de pensarlo un poco, me acerqué al altar, y me disponía a dejar allí todo mi dinero, cuando la voz volvió a hablarme. Me dijo esta vez:
-"Espera, mejor compra una imagen mía y llévala contigo en tu viaje"
Al escuchar aquello, salté de alegría. Bajé las escalinatas corriendo como un loco. Llegué a los puestos con los vendedores de imágenes. Curiosamente, todas empezaron a parecerme muy baratas. Compré una y me fui a casa feliz por partida doble: por la imagen, y por todo el dinero que me había ahorrado.
Gracias, virgencita, por darme esta lección.
TADEO

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Tadeo, creo que la virgen te ayudó al ver tu desinterés al estar dispuesto a dejar todo tu dinero. Creo que uno pasa por estas cosas a diario, depende de nosotros no ser egoístas y no dar solamente lo que nos conviene o nos sobra, el mérito está en estar dispuesto a dar todo de sí, sin evaluar demasiado las concecuencias.
Un saludo.
Muy buenas reflexiones.

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola:

Dices bien. Ese día recibí de la virgen una importante lección que no olvidaré nunca. Un abrazo:
Tadeo